14.9 C
Oaxaca City
viernes, octubre 18, 2024

Carta paciente y mesurada para Nadia Alvarado

Reportajes

La de los sueños compartidos fue una noche larga, Nadia Alvarado. Si supieras que bien me sabe tu nombre a varias millas de distancia, donde mi barco de letras navega con la proa encauzada buscando el ritmo que le imprime un teclado simulado en la arena. Es por lo que te dije, por lo que nos dijimos sin habernos dicho nada; pero los dos aspirábamos a lo mismo, a disfrutar de esa fruta jugosa del mar que lagrimea en todos los crepúsculos; también me dijiste, sin expresar nada, que habría un más allá de nosotros no obstante la conjetura de lo que perdura sólo en la ansiedad de los peces insomnes; conste que esta es la única vez que no estoy hablando en clave, y a lo que me refiero es a tu forma de ser libre, y a mi forma de ser rebelde. Porque una terca inconformidad mueve mi impaciencia al escribirte esta carta; yo quisiera que proliferaran en ella las nadias alvarado que no pagan peaje por resolver el motivo central de su vida y por ofrecer la mano incluso aunque conlleven el riesgo de perder en el lance. Aquí me sonríes y me dirás que eres única, así como son incomparables tus cabellos, o tus labios, o tus muslos. Si perdí una década conmigo, me gané una década contigo, y ahora soy más joven que cuando te conocí; mas atiendo a tu sugerencia, y me voy despacio, muy despacio para lograr el perfecto balance; quizá, cuando lo logre, vuelva a buscarte para compartirte el nuevo sol que me alumbra. Ay, Nadia, son tantas las cosas que ignoro; por ejemplo, desconozco cual es la capital de París y si Francia es un continente o una fábrica de cosméticos y ropa, se me olvida a ratos si héroe lleva acento gráfico, así como si las manzanas son rojas, o si también pueden ser verdes. En mi duermevela dialogan personajes únicos, Nadia; doy gracias a la divina paciencia y al calor que me permitan tener estas alucinaciones provocadas por el interés de comunicarme contigo a través de una carta, o de un recado que no es otra cosa más que una misiva, pero con un mayor contenido de palabras y signos ortográficos erróneos. Te apuesto a que si me preguntas donde va la coma, o el punto, o ambos, te diré que donde caiga, porque a la hora de hablar siempre se omiten. A nombre de mi club de cazadores de tábanos, me despido de ti, y pasó a desearte una feliz noche de muéganos chococrispados. En otra ocasión me comentas si la misma carretera que va a dar a Acapulco también me puede llevar, de nuevo, hasta la puerta de tu casa. Balance, balance. Aunque ya me despedí, les dices a los del Cabildo que vuelvan a instalar mi cromo preferido, ese que me hace volver por tus rumbos a comer emparedado de jamón y queso amarillo. Al final, si hay objeción por lo que escribo, di que no les incomode, esos del Cabildo deben entender que hay mil maneras de pedir pan, y un sólo lugar en donde hacerlo: la panadería. Un abrazo digno para ti.

Fer Amaya

- Advertisement -spot_img

Te recomendamos

- Advertisement -spot_img

Últimas noticias