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viernes, octubre 18, 2024

La historia que no tiene final

Reportajes

César Rito Salinas

Un cuadro del siglo XV
es el depositario de una
acción social.
Michel Baxandall, Pintura y vida cotidiana
en el Renacimiento

Algo hay de final en la imagen.
(me interesa este punto,
lo encuentro atrayente
como problema
de la poesía).

Bien sé que no existe el final,
no obstante este irrefutable hecho
Asumiré
en el poema
que la imagen conlleva
el final.

Navego por oscuras calles.
Iglesias,
cementerios.

Atento con el ojo atento.

Cuando en la noche me toca mirar
imágenes, advierto
que en la impresión de la placa
se agrega
el punto
final.

Imagen. Somos
sonidos.

Pero el cerebro no distingue
el punto final
de la historia.
En la representación no hay algo que me diga
“hasta aquí”.

La música crece, resuena
sin final.
(a veces me descubro
silbando
la canción
del infierno).

Uno desearía
que aquella voz de abuela
que nos hace ver
las cosas
siguiera
sin final.

Recordamos sonidos como inicio del relato.
Cuando escribo “cada viernes”
mis manos
zurcen
el relato infinito.

Cuando camino por la ciudad
me asombro.
En mi cabeza
evanto
historias,
rostros.

¿Dónde está el final del relato?
No lo sé -lo busco desde la infancia.

Sé que detrás de cada historia
Encontraré
el inicio
de otra
historia.

¿Por qué no puedo parar?
Se repiten las palabras,
utilizo
el mismo volumen
de figuras gramaticales.

¿Qué me lleva a sentir
que el inicio de la escritura
traerá algo
el final
cada vez que intento
contar la historia?

La pintura arma una representación con límites.

La historia no conoce su final
porque está hecha de palabras
que corren sobre el aire
y el aire
carece
de final.

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