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domingo, octubre 20, 2024

Del gran al mal turismo

Reportajes

El turismo es una actividad que aporta buenos ingresos a la economía en sus diversos niveles. Desde la óptica de la inversión se le puede ver en dos formatos: el turismo sustentable, comunal o rural, y el “gran turismo”. El primero se realizaría con la participación de las comunidades originarias ya sea en él área de playas o en la montaña o tierra adentro; serían las comunidades quienes presten los servicios de hospedaje, alimentos y asistencia en los recorridos en medios propicios de acuerdo a la zona. El segundo es un proyecto que involucra a los consorcios hoteleros transnacionales, con el apoyo de las instancias gubernamentales que se justifican diciendo que es una forma de allegarse ingresos para la economía nacional. El turismo comunitario es, la más de las veces, menospreciado por las instancias gubernamentales, por eso le apuestan a la expropiación y al desalojo de las áreas con potencial de desarrollo turístico.

Desafortunadamente, en una y en otra propuesta hay carencias ostensibles, la apuesta al gran turismo tiene el inconveniente que los inversionistas especulan con la oferta y la demanda, y sin empacho se retiran cuando los resultados no convienen a sus intereses. En los grandes polos de desarrollo turístico hay áreas abandonadas y otras ni siquiera aprovechadas por la que se supone una inversión garantizada. El turismo rural, no cuenta con los insumos ni con los medios para que la prestación del servicio pueda convencer a la demanda. Otro inconveniente del gran turismo es que dispara la sobrepoblación y la gentrificación de las áreas donde se establece, ocasionando la deforestación, contaminación que afecta al suelo, y al medio circundante, con la reducción de la provisión del agua y complicaciones en los vertederos de canales y drenajes.

La valoración justa del turismo rural podría abatir esos inconvenientes, es tan así que en países de gran nivel económico se ha optado por desarrollar también esta opción a manera de un acercamiento a la historia y a la cultura del lugar que se visita. Solo hace falta que a los gobiernos de nuestros países en desarrollo no les gane la ambición de negociar para la clase social a la que pertenecen, estipendios de los que puedan tomar parte y partido. Podría desarrollarse un plan de desarrollo turístico que involucre a la comunidad, sin necesidad de expropiar su territorio y desalojarlos para dar cabida a ese llamado estentóreamente “gran turismo”. Esperemos que se dé la transformación tan vitoreada en ese sentido, para conseguir un justo equilibrio social, cultural y, por qué no, económico.

Fer Amaya

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