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viernes, septiembre 20, 2024

El calor en la calle del arroyo dispersa la escritura

Reportajes

César Rito Salinas

Esta es la lista del mandado escrita en la página índice del libro La inteligencia de la perversión (Paidós, Buenos Aires, 1998).

Este es un hombre que escribe sobre el índice al regreso del desierto. La escritura nueva pasa la tilde, esquiva la tilde y baja al lomo húmedo de la letra e. Esta es la lista del mandado donde escribo pan integral, mayonesa, jamón, comida para el gato, agua embotellada, jabón para los trastes, pasta para los dientes. Todo esto escribo sobre la línea punteada y el número de página de un libro de ensayos sobre Gide, Genet, Mishima.
Las cosas pendientes de hacer se olvidan por el ajetreo de los actos, la ansiedad. Resulta necesario escribir entre hecho y hecho realizado para dar una posibilidad de futuro, mantenerse en movimiento. Bien. Escrito lo anterior, haré la maleta para el viaje de regreso.

  • Me aburres-, dijo ella.
    El sol se alarga, se hace plano sobre la vía rápida. Pasa la carretera pasa la vía rápida; pasan los cerros con sus grandes piedras redondas, pasa la imagen (existe un molino de viento en lo alto de la Rumorosa). Los fragmentos se derrumban bajo el sol, pero nadie lo percibe en la cabina del auto.
    ¿Cómo hablar del peralte con la carretera en descenso?
    La fuerza centrípeta y sus razones mortales que abarcan el infinito de los centímetros y el vacío. Nos movemos entre muro y precipicio, límite y nada. ¿Hay posibilidades de mantener la ruta en descenso? Muerde la rueda la línea blanca de la carretera, borde exterior. Velocidad de inercia, masa en movimiento.
    El sol es una roca que golpea los cuerpos. Hay una relación directa entre la luz y la esperanza, actúa sobre el camino, hace el desplazamiento. La fuerza de la gravedad busca su propio eje. Antes fuimos estrellas, mantuvimos nuestros cuerpos en el firmamento, ajenos a los caminos. Tantas cosas las que intervienen en el traslado, ahora siento el cansancio en la espalda. Mi oreja derecha se inunda del sonido del viento. Piedras y árboles son aves, pasan veloces. En el descenso con la velocidad se altera mi sentido del equilibrio. El descenso es un asunto que está más allá de nuestra fuerza.
    Las piedras tienen ojos, nos miran. ¿Con cuántos caballos de cilindraje en el motor sacas la caja del camión de su ruta al precipicio? Espacio cerrado, espacio abierto, lo contenido. La caída libre enamora. Hay una atracción en el volar aunque se tenga la conciencia plena del final, la caída. Aventura y muerte. Ambos generan deseo. ¿Te enamora volar o caer? Atrae dejar de ser, borrarse entre las piedras como gota de agua.
    En el principio fuimos especie líquida. Continuamente, sin saberlo, hacemos cosas que nos liberan de la desgracia y la forma. La tarde pardea, sigue el descenso. La distancia entre las personas podría medirse en el silencio de los atardeceres, las horas de escasa luz. El auto se alimenta de señales. Curva peligrosa. Gobierna la inercia el descenso.
    Entrar a la curva, salir de la curva. Curva peraltada. Corriente eléctrica. Todo excluye e integra. Desplazamiento y vectores, sistema de fuerza.
  • ¿Estás cansada?
    Para sobrellevar el cansancio hacemos memoria. Guardamos fragmentos que proporcionan el fetiche en el que confiamos “¿Eso es un cuervo?”.
    La distancia y el traslado con la cabeza puesta en una ducha de agua caliente. Silencio. El dolor de la espalda es vencido por el deseo de un baño con agua tibia. Somos gente de fe, pensamos en la renovación de la imagen para remontar cansancio. Anhelamos el crédito de Dios. Paso peatonal. Distancia y movimiento, el paso siguiente. Cruce de escolares. Vacío y deseo, angustia. Despacio, zona urbana. Silencio obligatorio.
    _- Me aburres-, dijo ella. El sol se alarga, se hace plano sobre la vía rápida en la ciudad. El sol, viejo perol del perro, hace hervir el paisaje con su luz. Pasa la carretera, pasa la vía rápida, cuatro carriles con su pintura amarilla que indican alto total; el sol con su luz. Pasan los cerros, pasa la imagen. ¿Hacia dónde nos lleva la vía rápida? A un fragmento que violenta el sol.

“Tenga cuidado con los cables”, advirtió el hombre ante mi imprudencia al caminar, “buscan los pies”.
La imagen, una velocidad interpretativa.
El agua crece, se reproduce en los cristales.

La narración de los crímenes hace patria. Levanta fronteras y los anhelos de imaginar una vida fuera de ellas. Escribir sobre el crimen forma territorio. El sol oscuro crece sobre la tierra; la oscuridad se multiplica en muros; cuerpos esparcidos en el suelo, como naranjas.
La búsqueda terapéutica y detectivesca, similares.
El asunto literario busca crear la ilusión de convertir la literatura en un bien personal. “Sabe más quien más lee”. ¿El saber lleva implícita la letra? ¿El saber derrota la soledad? La letra es un adorno, algo suplementario para hacer la vida
La madrugada con brisa marina. Aquí no hay mar, pero las células de la espalda tienen memoria y lo inventan para recordar la sensación del espacio que muta en el preciso momento en que apriete el miedo.
En la vieja barra del Pirata me espera el cristal de una cuguama helada. Ah, la cerveza entre amigos. Si, la cantina de pescadores como marco referencial de la vida marina.
El susurro se levantó aquella noche sobre la brisa marina, “que parezca accidente”.
Vuelven los gatos a entrar por la puerta, como el sol. Como las moscas como el aire de la tarde que agita la tela de tu vestido. Hay algo de fragmento, de imagen congelada en la memoria que entra a casa y se instala en el sillón como un invitado. El gato camina entre tus piernas, hay algo eléctrico en sus ojos.
El gato caja de alimento junta las patas delanteras sobre tus pies, alza la mirada y contempla el mundo como cuando se recuesta en la ventana. Entra el sol por la puerta, tú caminas para espantar las moscas, el gato y yo vemos desde la sombra la claridad de la luz que pasa entre tus piernas y el vestido.
Hago mi casa en otro sitio, levanto mi escritura con tu imagen. Anoche me llevaron al cerco entre Caléxico y Mexicali. Ahí pude a ver a hombres de ojos enrojecidos agazapados al pie del cerco; como tejones junto al gran árbol, sorprendidos en su intento nocturno por alimentarse.
Levanto mi escritura, empuño el marco texto de cera azul. La banca en la calle espera al hombre libre de pecados que sale de catedral. Un cielo azul recibe al hombre en la pureza de su alma maquiladora.
Levanto el marca textos contra la luz, apto para subrayar la escritura. Yo tenía un poema, lo perdí en la playa. Tropelía, escritura que deja la hormiga sobre mi mano. Aforismos, armatoste de calores.
La cera azul del marca textos deja su huella en la página siguiente. Hacer la escritura en una ciudad desconocida, fumar la combinación de tu tabaco, sentir en la mano la tibieza de la pipa como primera operación de la soledad sobre la geografía.
Sacar de los libros de personajes solos la receta para el almuerzo. Sacar recetas de comida de películas que pasan en la televisión. Tú imagen se esconde tras el biombo iluminado con la figura de un gato contra la luna.
El aire fresco llega con la música. La carcajada del girasol, donde ella se encuentra no manda capitán, ruge el león. Ella león, cuchillo de buen acero enterrado en una esquina del patio para llamar a los amigos, espantar la lluvia. Los calzones se suicidan en lo alto de tus caderas, pertenecen a una nación que idolatra tu jungla. La piel es un océano donde se distinguen gotas de sangre. El gato sabe que el océano puede ser cortado por mil cuchillos. Pon una piedra pequeña entre el paladar y la lengua, te quitará la sed. Reforma, México, Bravo, las calles de Mexicali.

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