César Rito Salinas
El hombre sin rostro
sigue siendo un hombre
Jerome Rothemberg, 25 Caprichos a partir
de Goya
Quisiera estar acostado
en la cama del hospital
donde me arrancaron la vesícula.
Los elefantes,
las cebras,
los leones,
cómo quisiera
que todos ellos me
acompañaran
en estos momentos.
Cuando uno sufre extraña a su fauna.
Desde la ventana
miro al perro que mea entre carros
estacionados
junto a la banqueta.
Los perros saben del amor,
rondan por las cantinas,
parques,
algunos cines.
Husmean huesos o perras,
peleas.
Nunca pierden el tiempo con largas esperas
del ministerio público,
demandas.
Sólo buscan a su perra y pelean por ella.
Lo demás, para ellos,
será historia,
pasado.
Los perros no creen en fantasmas.
Levantan la pata,
mean largo sobre la rueda
de autos,
como ebrios ajenos a demandas
judiciales.