Carlos López
Después de leer el libro Teoría de la desgracia, de César Rito Salinas, uno debería callar y ponerse a orar en silencio para agradecer al espíritu la palabra, el canto, el saber. La comunión entre el espíritu que escribió la poesía y el espíritu que la lee es la prueba real del fuego que quema dentro de uno y dentro del otro. Porque «la poesía es la prueba concreta de la existencia del hombre», como dice Luis Cardoza y Aragón, y como afirma George Bernard Shaw: «Todo libro que vale la pena de ser leído fue escrito por el Espíritu».
Para Rito Salinas, el poema es el medio para concretar la arqueología de la memoria en el hombre. El poema nos deposita en un espacio que nos espera para dejarnos los ojos en reposo, pero despiertos. El poema nos impacta en el alma para dejarnos frente a imágenes que hacen que recuperemos nuestra niñez. El poema nos convierte en niños que miran con ojos nuevos este mundo en decadencia. La arqueología de la memoria nos da elementos para soportar al mundo. La poesía es la voz del género humano que nos regresa a un origen, que nos fortalece, bendición, bálsamo que nos hace confiar y esperar. A partir de la construcción de su poética, hecha de ausencia, derrota, dolor, desolación, abandono, pero también de esperanza, de verdades, eco de las raíces más sentidas de su pueblo, de sus dichos, refranes, sapiencia concentrada; de las cosas pequeñas, porque, a pesar de los temas esenciales que canta el poeta, su poesía no es grandilocuente; sus cantos están a tono con la sabiduría que ordena, nombra, dice: «Qué llama qué mujer junto a mi cuerpo/ Qué hogar qué fuego domesticado entre muros/ Qué incendio qué manos dan inicio al prodigio/ Qué hombre qué luz qué corazón de otro tiempo/ Qué escritura qué soledades qué historias qué sueños/ El fuego es una escritura que dice del corazón del hombre/ La escritura que saca de la soledad el tiempo del hombre/ El hombre diminuto que pertenece a una tierra y una mujer/ El hombre que trabaja y permanece en el mismo solar/ El hombre sobre la tierra es soledad grande/ El fuego que inicia en los dedos y termina con el aliento/ Cobija que cubre el cuerpo del hombre y sus sueños/ La lumbre domesticada, pabilo/ Incendio que contiene todos los sueños del hombre, papiro».
El poeta se planta en el centro del mundo y ocupa su lugar. No pide nada. Sólo canta. Escribe porque es necesario, por su condición de ser humano. Solo, con su palabra digna, precisa, sustantiva, deja constancia de su ser sobre la tierra, de sus sueños, sus historias. Dialoga con el universo con poesía de todos los tiempos.
Teoría de la desgracia deja la sensación de complejidad en la mente. Su lectura es gratificante en estos tiempos convulsos en donde se reduce el espacio para lo que vale la pena. La poesía es salvación, luz en el sendero. Para el poeta cada cosa es importante; nada le es ajeno. La naturaleza es su aliada, no el objeto de sus cantos; sus frutos son producto del trabajo, no del idilio edénico; el territorio es zona ceremonial, en donde una fauna desbocada pace sus instintos milenarios. Hay una gran variedad en la poesía de Rito Salinas, menos folclor. Poesía dura para el corazón de los hombres, porque sus palabras son para sentirlas, para vivirlas. Poesía de la vida, arcanos de los muertos. El fuego que la alimenta tiene origen sagrado. El poeta es convidado: «Aprende la letra, hijo. Te servirá/ en la Hora de la Angustia […]. La letra sirve para ser otra gente sin dejar de ser uno mismo,/ vivir otro tiempo sin dejar pasar tu tiempo,/ recorrer otros pueblos sin abandonar el tuyo», dice el poeta. Rito Salinas obedece la voz materna, herencia divina de la palabra. Y se hace al camino con paso firme, como el primer hombre. Con la poesía que lo acompaña, por la que vive.
Esta poesía está sustentada por la experiencia, no sólo por la imaginación y el oficio; la honestidad lleva al poeta a construir poemas con un lenguaje coloquial que refleja reflexiones profundas, pero no solemnes. Rito Salinas encuentra en la variedad de su poesía crítica y humor, preocupaciones sociales, sexualidad latente, inconformidad del ser y sabe comunicar con verdad y aparente sencillez un mundo rico y sensible.
