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viernes, septiembre 20, 2024

La crítica literaria en México

Reportajes

César Rito Salinas
1
“La muerte interrumpe demasiado pronto la escritura”, escribe Rafael Lemus en el número de Abril de la Revista de la Universidad. El crítico literario publica una reseña de “Tríptico del Cangrejo”, de Álvaro Uribe –“según sus propias palabras”-, donde aborda la escritura que hizo el narrador hasta el final de sus días.

Álvaro murió de cáncer, la obra póstuma trata de un diario puntual de sus horas de sufrir. El trabajo de Lemus me lleva a elaborar preguntas, estas son algunas de ellas.

¿De qué se ocupa la crítica literaria?
De buscar lectores.
A partir de las características formales de las obras publicadas nos dice de los predecesores del autor en cuestión, para que los lectores tomemos una distancia justa al momento de abordar aquel trabajo. Exponen los asuntos del trabajo literario, las posibilidades para que ese trabajo sea retomado por otros autores en otro momento.

En América Latina, la forma del Diario tiene pocos adeptos, su lectura no va más allá de cierto círculo que gira en torno a los autores que se atreven a dejar por escrito el paso de sus días.

Los lectores, cuando leen el vocablo Diarios, presuponen que se trata de chismes, vida interior, cuestiones no confesadas en vida por el autor.

Pero no es así.
2
Si observamos al Diario como forma literaria, recordaremos de inmediato a Ricardo Piglia, “Los Diarios de Emilio Renzi”, Piglia decía que en el Diario los autores justifican -muestran- los intersticios de su labor, justifica la publicación de los libros publicados.
Tenemos claro que escribir se convierte en una actividad maniaca, la literatura resulta piedra demasiado dura de picar, reclama tiempo y contacto cotidiano para lograr sacar dos o tres gramos de esa materia imposible, la materia que antecede a las obras.

Pero ¿por qué se escribe un Diario?
Por no saber de qué escribir, por desconocer los temas de la literatura. Cada libro, cada obra, cada autor solo es un intento por abordar lo imposible, la literatura. Porque “La muerte interrumpe demasiado pronto la escritura”, nos dice Lemus.

Tolstoi decía en su Diario que quien no pueda describir su entorno con palabras precisas no podrá decirse escritor.

Con esta expresión saltan las preguntas,
¿Qué elementos contiene mi entorno? ¿puedo hacer literatura de mi mano, mis dientes, mi pelo, mi mujer, mi perro?

¿De dónde vienen las palabras precisas?
De la escritura (Hemingway dice que se aprende a escribir escribiendo).

De las letras del no saber viene el ánimo necesario para emprender la obra.

¿Con qué tiempo cuento?
Con muy poco. Entonces me digo: comencemos.
Mowgli duerme en la cocina, con estos días de calor busca lo fresco del piso recién lavado. Echado me mira con sus grandes ojos oscuros, sin levantarse mueve la cola.

Tarde. Escribo.
Anoche compartí un poema con B, en la tarde me habló del ángel de la guarda que calla
al verla orinar. Imagino al ángel sumido en el silencio. A los 20 sólo pedía una mujer que leyera poemas conmigo. A los 50 pido una mujer que me cubra con su rebozo en la madrugada. A los 60 soy el ángel que mira y escribe, sumido en el silencio. Las cosas cambian con los años, el hombre se adapta al silencio. La poesía busca palabras mejores que el silencio, como ese correr del oloroso sonido que también contempla al ángel..
Noche. ¿Por qué ladra Mowgli? Abro la puerta, en la noche oscura se detiene el viento sobre mis hombros, se acerca con pasos cortos, de muerto, besa mi frente. Quien despierta a la madrugada logra observar conductas sorprendentes.
3
Con la reseña de Lemus voy a otras lecturas, intento afianzar criterios.
¿Qué buscaba Tolstoi con la palabra “describir”?
Hacer la literaria.
Dar el signo literario que identifique -reconozca- el lector, que sea comunicable a los otros porque ya fue leída en otro sitio, con otra obra.
Hay veces en que la vida me deja sin ánimos para levantar el marro y asestar el golpe, la escritura.
Pero sé que es mi trabajo, soy un obrero resignado, obediente. Con los años se aprende esto: hay tiempo.
Lo muestra Piglia, Sergio Loo, Rocío González, Álvaro Uribe.
Hay que acercarse, intentar, una y otra vez, mil veces. Una y otra vez, hasta la muerte.
Con la reseña de Lemus, las letras de Álvaro, avanzo hacia mi actividad. Hay escritores que buscan publicar su trabajo, hay escritores que buscan escribir, existen diferencias. El entorno cambia, con cada modificación que se registra se requieren nuevas palabras, un intento más. Intentarlo todo, así sea en las horas de la muerte.

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