César Rito Salinas
Cachao inventó el mambo, pero le dejó el crédito a ese filibustero del ritmo que conocemos bajo el nombre de Pérez Prado.
Los últimos días de su vida los pasó tocando canciones judías en bodas y bautizos, frente a un mar que no era el suyo.
El reconocimiento a su arte, su música, le llegó a la hora en que le debe llegar a todo hombre grande: en su vejez.
Su fuerza la utilizó para crear ese ritmo que le robó la cabeza a los jóvenes del mundo: el mambo. Hoy descansa en una tierra que no es la suya, pero su ritmo anda por el mundo en el cinematógrafo y los altoparlantes, prodigando su alma.