César Rito Salinas
Naranja verde
sobre la mesa.
Lejos
de la sombra de los sirios,
de olor a copal que lleva
la marejada grande
de muertos.
Alejado
del murmullo
del rezo
de las mujeres.
El olor del chile verde y rojo cortado en el patio
regresa el alma
al que sufre.
El grano
de sal
refleja mi cara en la brisa marina,
la playa,
en esta hora
de la tarde
ingrata.
Los limones verdes
animan el correr de la sangre en el cuerpo,
el corazón del que sufre.
Tan bueno
para esta tarde
de muerto fresco,
tierno
como las nalgas
de una mujer
en falda blanca
carga de miradas y suspiros.