César Rito Salinas
Un hombre atraviesa la esquina de la calle con una nieve de mamey en un vaso desechable. Los zapatos con suela de baqueta.
Arde el sol en la cabeza de la gente.
Las mujeres puntuales que esperan a sus hijos a la salida de la escuela miran al hombre atravesar la calle y se les hace agua la boca. Es grande la tentación de una nieve de mamey en las manos del hombre que desafía al sol protegido por unos lentes negros y su camisa blanca de lino crudo, manga larga. 13:30 hrs.
La lumbre en la esquina.
El hombre camina en la calle, sin sombrero.
La figura del hombre se levanta entre mototaxis, bicicletas, camiones del servicio urbano. Desde la sombra las mujeres voltean a ver al hombre de la nieve de mamey en la mano y los lentes oscuros, sin sombrero, mientras hablan entre ellas del precio de comestibles, los beneficios de la fruta de temporada en la piel; de afeites, cremas para combatir el bigote, el bello en la axila y que definen la línea del bikini para siempre.
Y espantan a las moscas y a los perros que las cuidan a la hora del calor cuando salen de su casa para ir por sus hijos en la puerta de la escuela primaria.