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jueves, septiembre 19, 2024

Estudios sobre la novela

Reportajes

César Rito Salinas
“Lo único que tiene alguna posibilidad de quedar es la historia de las artes”.
Tarde nublada, voy, avanzo, me detengo, regreso; escribo.
Por los rumbos de la escuela primaria Policarpo T. Sánchez le saco brillo a la yema de mis dedos índice.
Escribo. ¿Qué escribo?
De la tarde que avanza sobre Monte Albán.
Thana Alexa canta Groove Tune. Hay zancudos. Al mediodía cambié la tierra del baño de Catalina, por descuido, mientras barría, le pisé una pata. Toda la tarde estuvo con enfado, huraña. Se desquitó con la comida. A veces resulta difícil entender a los gatos; en otras ocasiones, pareciera que naciste para llevarte bien con los gatos.
Hay una imposibilidad de la comunicación cuando Catalina se enfada, como cielo con barruntos o tarde de calores harto.
Y ella tiene razón, la gata, me muevo con torpeza por la casa, olvido las cosas y vuelvo a hacer la ruta antes hecha. Para no olvidar las cosas, escribo los asuntos pendientes en una pequeña libre; a veces extravío la libreta del recordatorio. Ella me mira desde una esquina con los ojos que me dicen: yo sé dónde está lo que extraviaste.
Pero no me habla ni da señales de ayudarme.
Por la mañana leía a Kundera.
Con la lectura de El Telón -libro de ensayos que tratan sobre la novela-, el checo aclara algo que es de vital importancia para el que escribe: el objeto de la prosa de la novela es la prosa de la novela, el tiempo: la novela resulta el animal que se alimenta de su cuerpo.
En un principio no fue hecha para crear personajes o entretener con escenas chuscas, gracionas y/o ridículas.
No.
Este fue el inicio, con Cervantes y Laurence Sterne.
Luego alguien, algunos aseguran que Balzac, encontró que se esa prosa se podía comercializar y aparecieron los folletines, los libros, las separatas en los diarios.
“Y el canon fue traicionado”.
Dinero maldito dinero.
La cosa no es fácil, Kundera recomienda a los novelistas morirse de hambre y no traicionar los orígenes.
De acuerdo.
Pero para que exista novela deberá existir quien la escriba.
De acuerdo.
¿Y entonces cómo?
Quien escribe no trabaja en la fábrica, en la oficina ni atiende un local en el mercado.
¿Y entonces cómo?
Kundera nos dice de la historia de la novela, y nos aclara que la ubica posibilidad de salvar nuestro tiempo, dejar testimonio, es siendo fiel al arte de la novela.
De los muchos hijos que tuvo la abuela, quedamos pocos -uno salió novelista.
La gente deserta, tiene derecho a comer de su trabajo.
Y la novela te impone largas horas de trabajo, y escasa remuneración.
¿Y entonces cómo?
Cervantes tuvo denuncias por malversación de fondos públicos, fue acusado de tocar los dineros del rey.
¿De qué vivió Cervantes a la edad de 70 año, cuando escribió El Quijote?
Nadie lo sabe, no se supo.
Pero la obra está
Y en esa resistencia de la mala vida encuentro posibilidad de que el oaxaqueño escriba novelas. Tenemos el perfil, somos cumplidores en la chamba, nos crecemos al castigo. ¿Y si aguantamos tantas penurias por qué no escribimos una novela?
Nadie lo sabe.
Buena pregunta.
Porque somos como la gata Catalina, que resiste y se pone huraña. Y andamos chompudos, altivos, enmuinados.
Encuentro que no escribimos novelas porque las novelas son la expresión de la ciudad, y nuestro corazón vive en el pueblo.
Porque nos sentimos inferior a la actividad que realizan los citadinos, porque criticamos a los urbanitas y no queremos quedar como lenguas largas. Porque no nos gusta partirnos el lomo en la más completa soledad, requerimos del público, la audiencia). Ahí tenemos al gobierno indígena de la contradicción, que revende las entradas de la Guelaguetza, muy de comunidad indígena pero bien que les encanta de que el otro los mire, les aplauda).
¿Por qué no escribimos novelas?
Porque no queremos, no nos gusta.
¿Por qué no sabemos?
Preferimos expresar el sentimiento en poemas y canciones, en grabados, aquello que jala audiencia a la tarde siguiente de hacerlo).
Me gusta, lo que sale me gusta. Escritura y pensamiento, este abordar un tema de todos en unas cuantas líneas, que se busque ella misma, la escritura, como cachanilla que rueda en el desierto, que no pretenda dilucidar ni buscar aplausos con su larga tripa, la extensa cola.
Lom que se mueve y se agita como cola de perro o asunto de la magia.
Me agrada cuando las letras toman un tono y avanzan; que se levanten y vuelen a lo me vale madres. A lo qué poco me importa tu opinión escritor de mierda, autor extraviado.
La letra que sale de las manos y se fuga, cual gato herido, temeroso y huraño.
Me gusta.
Desde la infancia tuve contacto con los perros, borregos. Les puedo asegurar que tenía ascendente con los animales, que lograba comunicarme con ellos por la mirada.
Pero nunca tuve un gato (son sucios, dijo mi madre).
Y la nueva experiencia de habitar con Catalina me lleva a los viejos tiempos, aquellos cuando me sentía bien acompañado por los animales. Y así esta letra que sale natural, sin esfuerzos.
Y es gato que anda, busca su cola y se esconde y muerde mi mano y se esconde y se aleja y vuelve y se esconde y me mora, y corre entre el más completo de los silencios.
Catalina duerme, entresueños se queja, recoge su cuerpo entre las sábanas, panchera.
Viernes de mujeres, ahora sale la voz de Rita Payés que canta en lusitano canciones brasileñas, acompañada al sax alto por Jean Chamorro.
Ya.
Bien.
Hasta acá. Ya.

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