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jueves, noviembre 21, 2024

Diario de Ecatepec

Reportajes

César Rito Salinas
Todos, una y otra vez, nos doblegamos
Ernesto Sábato
El valle de Ecatepec amaneció sombrío, la mañana abrió con un frío de los mil demonios, me dieron ganas de escribir con urgencia como quien apura el tiempo para volver a encontrarse con un viejo amigo.
Se requiere coraje y valor, un ánimo especial para decidirse a cambiar de sitio, desempeñar en un nuevo empleo, recorrer cada mañana una nueva ruta hacia el trabajo.
Pero al nuevo lugar uno llega con lo que ya posee, cierto sentido de la orientación, mesura, prudencia; la ciudad nos mira con ojos lagañosos, el corazón agitado de prisa y urgencias por hacer el día. ¿A dónde nos lleva este mirar sin vernos? A desear lo que aparece en la pantalla de los televisores.
Sábato dice “la televisión nos tanatiza”. Y en cuanto puedo vuelvo a los viejos recorridos, al silencio y la escritura, al té de laurel, al clavo de olor.
Porque uno es uno y los procesos ya integrados. Andamos como quien carga su propia voz y con eso nos sumergimos en el gran río que forma la ciudad sin extraviarnos.
En esta semana que concluye busqué a las hermanas poetas, Rocío Cerón, Ana Franco; Rocío me dijo bienvenido a la ciudad, Ana, generosa, saludó a los mezcales tradicionales de Oaxaca.
Y con eso hago mi semana, con la bienvenida de una poeta. Porque no es fácil a los 60 cambiar la ruta, emprender un nuevo recorrido, compartir las horas con nuevos compañeros de trabajo.
Somos plantas de una sola tierra.
¿A dónde voy con esto?
Trato de descubrir mi alma provinciana en el mundo urbano.
¿Qué me forma?
La palabra -este lenguaje escrito que encuentra pocas horas para la dicha de ver los pensamientos fijados en la pantalla, esta forma de compartirme y reunirme con todos, la escritura.
Me acostumbré a ser todos, y en la ciudad cabalga un individualismo empalagoso.
Porque somos más. Y acá encuentro la primera defensa de la migración: donde quiera que voy, voy con ustedes; cobijado por la bandera del prójimo que sé que en alguna parte se reúne conmigo y me acompaña.
El que escribe posee la palabra comunal.
Hago dos horas de camino de casa al trabajo.
Extraño conversar con Catalina.
Muy cerca del trabajo, Tacuba 14, hace unos días asesinaron a unas personas en la calle Motolinía, centro. Los noticieros en los aparadores difundieron los pormenores como si el hecho hubiera ocurrido en China Taipei.
Mi cerebro permanece distante, lento, extrañado.
Cuando esto ocurre me regreso a la escritura. Ahí encuentro a la persona que soy, al que conozco.
Y escribo como forma de volver a saludar a un amigo querido.
Y el proceso recomienza ajeno a la geografía. La escritura me lleva a la lectura, la lectura me trae el diálogo, converso con autores.
Por estos días vuelvo a las páginas de Bordieu, “Las reglas del arte”.
Me gusta establecer comunicación con pensadores franceses, siento que su lectura acompaña muy bien mi condición actual de citadino.
Y en esta posición de estar en sentido contrario a las manecillas de reloj.
Y acá encuentro un modelo. Los ciclos son lenguaje, los nuevos ciclos y los ciclos pasados. Habrá que acompañar este cambio con autores que hablan desde la condición geográfica que tenemos en el momento.
Bordieu inicia su ensayo con las palabras de Queneau: A base de mucho leer, liana se llega a ser.
Siento que el ensayo resulta la forma de la escritura del espacio urbano, la ciudad. Habla sobre la vida cotidiana que no se detiene, se fija en instantes de la condición humana, lo transitorio.
En el Preámbulo trae estas palabras también de Queneau: Todo no consta en el repertorio de disparates. Hay esperanza.
¿Qué proyecto de escritura me trae la ciudad?
No lo sé, pero mientras me entero dispongo las condiciones para recibirlo con la mayor alegría.
Antes alcanzo a distinguir algunos aspectos.
El problema estará en la tolerancia, no imponer, no irrumpir. Encuentro en el trabajo de escribir que el principal obstáculo está en la convivencia, aprender a ser cordial con la ciudad y con sus habitantes.
Ser amable con el mundo enloquecido.
Este es el principio.
¿Cómo me integro con el mundo que cargo en mi cabeza a la nueva situación?
En tiendo que no a golpes.
Este encuentro con el viejo amigo, este ser todos y encontrar fortaleza en el compartir me lleva a tener paciencia.
Ya vendrán las letras a rescatarnos, a aportar hasta que logremos ser otros.
En tanto, guardo la calma, respiro y trato de mantenerme distante de los carbohidratos y más cercano a las frutas secas.

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