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lunes, marzo 10, 2025

Crónicas de la ínsula | Poesía afroamericana, indigenista y moderna en Oaxaca

Reportajes

Cuauhtémoc Blas

De los libros de poesía leídos el año pasado, comentaré dos. Ambos quizá poco conocidos por estos rumbos, sintomáticamente. Uno de ellos fue presentado en noviembre pasado; el otro, años atrás. El primero se titula Citizens: poesía afroamericana del siglo XX. Traducción y prólogo de Cristián Gómez; el segundo, Lúnula, de Salvador López Toledo.

POESÍA AFROAMERICANA

Durante el siglo XX la poesía de los afrodescendientes fue creciendo en los Estados Unidos de América. Por eso dicen peyorativamente afroamericano, porque ellos “son” América.

El avance de esta poética –muy diversa y dialéctica–tuvo como resultado atender menos el conflicto y la identidad racial “que sobre la imaginación echando a volar sus alas, “se liberó de las ataduras de la identidad”.

El prólogo de este libro ilustra ese proceso, aclara que no dejaron de lado ni las temáticas raciales ni las discusiones de las identidades, pero dejó de ser un “prerrequisito declararse poeta afroamericano que escribe para un público idem”. La frase “quiero ser un poeta, no un poeta negro”, es ilustrativa y de avanzada. Va un fragmento, de Claude Mckay, de los pioneros. 1889-1948.

Si tenemos que morir, que no sea como cerdos
cazados y arrojados a un rincón sin gloria,
mientras ladran alrededor perros dementes y hambrientos
de nuestro lote de malditos haciendo mofa.
Si tenemos que morir, déjennos morir con nobleza,
para que nuestra tan preciada sangre no se pierda en vano;
entonces incluso los monstruos que desafiamos
aunque estemos muertos ellos mismos tendrán que honrarnos.

Va un fragmento, de Gwendolyn Brooks, primera afroamericana en ganar el premio Pulitzer. 1917.

Te levantas. Aunque afable,
estás en ti mismo nuevamente.
Observo
tu andar directo y respetable.
Eres directo y te aceptas a ti mismo como un león
de terciopelo africano. Eres equilibrado, delgado, remoto.
Hay un momento de camaradería
en el que la interrupción no debe comprenderse.
No puedo soportar una interrupción.
Este es el placer que destella;
el tiempo de –no– hasta el final.

POETAS INDIGENISTAS

Tal vez un día los (as) poetas indigenistas dejen de lado esas expresiones para hacer solo Poesía. Quizá cuando hacer lo primero deje de ser negocio en becas, cargos, direcciones, diputaciones y premios exclusivos para la banda indigenista. Alcanzar lo segundo es más complicado, aunque hay buenos poetas en estos lares, ajenos a las rutilantes mafias localistas.

Esto sin demérito de los genuinos poetas indígenas que los hay (sobre todo los hubo), pero la referencia aquí es para quienes escriben “poemas occidentales de tema indígena… poemas modernos en lengua indígenas escritos por indios occidentalizados” (Gabriel Zaid). Gran tema. Va un fragmento de Guerra Castillo del poema, Imaginar un segundo Quetzalcóatl.

Caxui´lua´…
Ti beenda xiaa,
cutie lu bi guenda xti´ lu didxazá
canapapa, canauza´xiaa
ne cuza´didxha´ gola lu má gui´chi.

Sueño…
una serpiente emplumada
dibuja tu silueta el aire didxazá
revoloteando letras entre trazos,
un sinnúmero de leyendas.

POESÍA MODERNA

Los escritores consagrados, que a veces dan cátedra, recomiendan no escribir para el hipotético lector: escribe lo que quieras escribir, escribe para ti, si hay lectores es por añadidura, dicen. Escribir así supone prescindir de la ambición de ser recompensado por adornar algún proyecto. Escribir en libertad potencia la genuina literatura.

La poesía moderna es más difícil que la antigua, cuando la rima solucionaba mucho; ahora se requieren imágenes nuevas – “no cantéis a la flor, hacedla florecer en el poema”-, ritmo, eufonía si es posible. Religar palabras que al juntarse ofrezcan una nueva realidad o sentimiento, además o independientemente de lo que puedan decir de manera literal.

El poeta también es él y su circunstancia. Poetizar desde la orilla del mar es un desafío. A menos que lo hagan quienes se entienden con el océano y renombran sus anexos, quienes no fotografían obviedades ni se sabrosean con las luces de encima, astrosuelos tan socorridos. Así, desde Huatulco, Salvador López Toledo ha labrado una sólida poesía, como los que nos obsequia en Lúnula. De ahí reproducimos el dedicado al caracol colorido.

He visto noches que merecen el desvelo,
para aplaudir al mar
devorando en su brisa
tinta suspiro y quimera,
enhebrando hilos de luna
besando cada malagua.

Los caracoles hacen su color en negrura como esta,
su profundidad se debe al concierto de sal
en las arrugas de la palabra delirante.

El agua es un caldero, una vasija de arena,
el condimento de estrellas que apasiona al púrpura,
le dibuja un rizo y le guarda la lujuria
escondiéndole amor en el bolsillo.

Dichos libros son publicaciones independientes, calidad no atendida por los de la Secretaría de Cultura de Oaxaca. Estos publican lo que sea, pero no deben hacerlo pues usan recursos públicos, y es deshonesto hacer publicaciones solo porque los autores son de su camarilla o sus marchantes.

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