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lunes, febrero 3, 2025

Desplazados de San Pedro El Alto: crisis humanitaria, desdén oficial y el asesino de Agua Fría

Reportajes

Juan Carlos Zavala

Más de 250 personas, entre hombres, mujeres, menores de edad y adultos mayores de San Pedro El Alto, comunidad de la Sierra Sur de Oaxaca, viven desde hace nueve meses en una crisis humanitaria a causa del desplazamiento forzado que sufrieron a manos de un grupo armado de la comunidad de Santo Domingo Teojomulco.

Las familias de las rancherías de El Tlacuache y La Cofradía se encuentran en un paraje de San Pedro El Alto, que han bautizado como Pueblo Nuevo. Las autoridades comunitarias les han donado madera para que puedan levantar un lugar en el que cual vivir, mientras se logra que puedan regresar a sus hogares. Otros más se han refugiado en casas de familiares, y algunos, rentan un cuarto.

La tristeza, el coraje y la impotencia de estas familias, se funden con el temor hacia un grupo armado encabezado por el representante comunal de Santo Domingo Teojomulco, Aureliano González Martínez, uno de los autores materiales de la masacre de Agua Fría, cuando personas armadas asesinaron a 26 personas indígenas de la comunidad de Xochiltepec, el 31 de mayo de 2002; delito por el que estuvo en la cárcel hallado culpable.

El objetivo de la agresión armada de Teojomulco es apropiarse del territorio de San Pedro El Alto, aproximadamente, de una extensión de 15 mil hectáreas.

Pero, además, este desplazamiento forzado ha dejado a estas familias sin su fuente de trabajo. Las empresas comunitarias de aprovechamiento forestal y de embotellamiento de agua, que se encuentran en el territorio de La Cofradía, tuvieron que detenerse; las empresas sufrieron el robo de maquinaria, vehículos y otros insumos y herramientas. Las casas de El Tlacuache y La Cofradía, también fueron saqueadas.

Estas personas desplazadas, además, son víctimas de un doble desplazamiento. La gran mayoría de ellas, vivían originalmente en las localidades Río Cacho, Llano Manteca y Río Salinas, El Durazno, Río Capote y El Perico, poblaciones de San Pedro El Alto que sufrieron la primera invasión a su territorio en el año 2013 por Santo Domingo Teojomulco, y que los obligó a empezar de nuevo su vida en las rancherías de El Tlacuache y La Cofradía.

San Pedro El Alto, ejemplo de trabajo comunitario

La comunidad de San Pedro el Alto es una población indígena de origen zapoteca, ubicada geográficamente en la Sierra Sur de Oaxaca.

Durante los últimos años se ha dedicado al aprovechamiento, conservación y cuidado de los bosques; logrando así, obtener reconocimientos municipales, estatales, nacionales e internacionales por Instituciones educativas y públicas como la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la Comisión Nacional Forestal (Conafor), la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa), entre otros.

Así como la certificación de madera FSC y el convenio de colaboración entre el país de Finlandia y Canadá, todos por el buen manejo, aprovechamiento y cuidado de los bosques. De esa manera ha logrado establecer de manera legal alrededor de cinco empresas de carácter comunal, con ayuda de toda la población.

Sus dos principales empresas comunitarias son la “Unidad Económica Especializada en Aprovechamiento Forestal Comunal San Pedro El Alto”, basada en un sistema de producción finlandés, y su embotelladora de agua se llama “Beedani”; ambas, generan más de 200 empleos directos

En cuanto al ámbito territorial, San Pedro El Alto es una comunidad legalmente constituida por las leyes en materia agraria del Estado Mexicano, titulados mediante Resolución Presidencial de fecha 19 de mayo de 1954, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 9 de octubre del mismo año, en la cual reconoció y tituló a su favor, una superficie de 30 mil 47 hectáreas de tierras, mismas que fueron debidamente ejecutadas el 13 de mayo de 1956.

De acuerdo con la información proporcionado por la comunidad, en ningún momento ha tenido conflictos con ninguna otra población; sin embargo, recientemente los habitantes de esa comunidad han sido víctimas de violaciones a los derechos humanos, víctimas de la desatención de los gobiernos del Estado Mexicano y de la delincuencia organizada.

Primera invasión

Actualmente María Baltazar tiene 62 años. En 2013 ayudaba en la preparación de sus nietos para llevarlos a la escuela en la comunidad de El Durazno, cuando, alrededor de las siete de la mañana cuando irrumpieron en su casa personas armadas de Santo Domingo Teojomulco, quienes los amenazaron y les dijeron que tenías que desalojar, o de lo contrario los mataban.

“Llegaron bastantes gentes armadas y amenazándonos, estaba yo con mis hijos y con mis nietos. Nos echaron a correr, nosotros teníamos masa para cocer y todo eso, pero ellos se fueron un rato, nosotros hicimos nuestra tortilla y mandamos a los niños a la escuela, pero luego, la maestra dijo que ya no iba a subir porque ya estábamos amenazados con los niños. Entonces, nosotros decidimos seguir calmados y llegaron nuevamente a las siete de la noche y nos echaron a correr a balazos, y ya nos fuimos en la noche, caminando con los niños, algunos sin huaraches y nos venimos a El Tlacuache”, recuerda.

Ese día, uno de sus hijos fue obligado a desnudarse por completo y lo hicieron correr por el bosque sin zapatos y sin ropas; también prendieron fuego a su vehículo.

“Teníamos pollos, cuches, herramientas, pero todo nos quitaron. Todo se lo llevaron, al final de cuentas vinieron y quemaron los ranchos, teníamos maíz, frijol, nos quemaron la ropa. Llegamos al Tlacuache sin nada. Nos venimos caminando, nos echaron de ahí a las siete de la noche con disparos de armas, y llegamos casi amaneciendo”.

En 2013 la comunidad de San Pedro el Alto comenzó a tener invasiones ilegales en sus terrenos comunales y que forman parte de la Resolución Presidencial. Estas invasiones realizadas por personas de la población de Santo Domingo Teojomulco.

Ese año obligaron al desplazamiento forzado de los habitantes de San Pedro el Alto, haciendo uso de armas de fuego, quema de las casas, ranchos, una patrulla, la escuelita, el robo de ganado, el intento de asesinato de dos personas que integraban la Policía Comunitaria.

La violencia se ejerció contra los habitantes de las localidades de Río Cacho, Llano Manteca y Río Salinas, El Durazno, Río Capote y El Perico. Es a partir de estos hechos que se empezaron a posesionar de manera ilegal en diferentes puntos. Es por estas situaciones, que las personas desplazadas de estas rancherías se refugiaron en El Tlacuache donde fincaron sus casas, con apoyo de la comunidad.

En 2014 de manera ilegal, los pobladores de Santo Domingo Teojomulco abrieron una brecha clandestina, en la que derribaron una infinidad de árboles con motosierras, maquinaria y con hombres armados, pues esta brecha la impusieron, fue de manera unilateral y coercitiva.

En esta primera invasión, Santo Domingo Teojomulco despojaron a San Pedro El Alto de 7 mil hectáreas de sus tierras, en su mayoría boscosas.

Segunda invasión

María Baltazar y su familia había logrado rehacer su vida en El Tlacuache. Pero el 10 de marzo de 2024, nuevamente un grupo armado de Teojomulco irrumpió en su hogar; habían pasado 11años de la primera invasión. María estaba haciendo tortillas, cuando hombres con armas de fuego los obligaron a reunirse en la cancha de la comunidad, y los obligaron a dejar sus cosas y huir hacia la cabecera municipal de San Pedro El Alto.

La misma situación ocurrió para los habitantes de la comunidad La Cofradía, donde se encuentran las empresas comunitarias de San Pedro El Alto.

En 2023, cuando las autoridades de San Pedro el Alto realizaban recorridos de trabajos en los alrededores de El Tlacuache, varios hombres se colocaron en las lomas que están alrededor y gritaban en tono amenazante, que “ya habían llegado los teojomulqueños”. Esas personas se encontraban armadas, y desde ese momento, las autoridades de la población, comunicaron está situación de manera escrita y verbal a las dependencias de seguridad del país y del gobierno de Oaxaca; y a la par, montaron pequeñas guardias por parte de comuneros, con el objetivo de tratar de resguardar su seguridad.

Pero desde esa fecha, la ranchería de El Tlacuache vivió constantemente actos de intimidación, amenazas y disparos de armas de fuego.

El miércoles 12 de abril del año 2023, alrededor de las 6:30 horas de la mañana, aproximadamente de 700 personas armadas con armas largas y de manera violenta, encabezados por autoridades municipales y comunales, llegaron al centro de El Tlacuache, haciendo disparos al aire. A partir de ese momento algunas personas ingresaron a todas las casas, pero de manera violenta y amenazando con sus armas, empezaron a sacar a todas las personas de sus hogares.

El 12 de mayo de 2023, alrededor de las 7:00 horas de la mañana, arribaron nuevamente a El Tlacuache aproximadamente 500 hombres armados con armas de grueso calibre y de uso exclusivo del ejército, y amenazaron a los habitantes para que desalojaran esa ranchería, de lo contrario tomarían acciones en contra de ellos, y antes de retirarse, nuevamente hicieron disparos al aire.

El domingo 10 de diciembre de 2023, alrededor de las 7:00 horas de la mañana, aproximadamente 200 hombres armados hicieron recorridos a pie para marcar una nueva brecha clandestina en la ranchería La Cofradía que pertenece a los Bienes Comunales de San Pedro el Alto. En esta ocasión, amenazaron a los pobladores, ranchería que ya está más cerca a la población de San Pedro el Alto.

Esta vez, Santo Domingo Teojomulco abarcó más territorio y dejó encerrada a la población de El Tlacuache.

“Dejándole claro el mensaje al velador que fue testigo de la presencia de estos hombres quien era el que se encontraba en la Colonia la Cofradía, quien es el encargado de cuidar el campamento, y ante quien se presentó una persona que dijo ser autoridad municipal de Santo Domingo Teojomulco quien en tono de advertencia les dijo que comunicara a la población que tenían 15 días para firmar la entrega de sus tierras, o que si no, cumpliendo ese plazo, iban a hacer otra brecha en la que iban a abarcar más terrenos, y que la ranchería El Tlacuache y La Cofradía ya iban a pertenecer a Teojomulco”, relatan las autoridades comunitarias de San Pedro El Alto.

El 27 de enero de 2024, empezaron a oír detonaciones de armas de fuego de alto calibre muy cerca de la ranchería El Tlacuache, y el 30 de enero aproximadamente 10 hombres armados ingresaron a la ranchería intimidando con sus armas largas a nuestros pobladores y haciendo disparos de sus armas.

Los actos de agresión se intensificaron y el 10 de marzo e 2024, aproximadamente mil hombres armados retuvieron de manera ilegal a 15 pobladores originarios de San Pedro el Alto, en los parajes el «Manzanal” y “La Danza» donde se encuentra el área de aprovechamiento forestal, además, que son parajes ya muy cerca del centro de la Población de San Pedro El Alto.

El 22 de marzo de 2024, el grupo armado de Santo Domingo Teojomulco empezó con la apertura de una nueva brecha para apoderarse de ocho mil hectáreas más de San Pedro el Alto. Desde entonces, no se les permite trabajar en su empresa forestal y en la embotelladora de agua, y un grupo armado de Teojomulco tienen resguardada la zona para que nadie de San Pedro el Alto ingrese, intente trabajar o visitar sus animales, incluso a las personas de las rancherías el Tlacuache y La Cofradía.

Crisis humanitaria

“Andamos ahí luchándole, porque no tenemos maíz, no tenemos nada. A veces nos vamos con los vecinos a trabajar para sacar algo de comer, da mucha tristeza por cómo nos están tratando. De veras que es un sufrimiento, a mis niños, a mis nietos los amenazaron, a mí me da lástima como nos han tratado. Le apuntaron a los niños con sus armas y dijeron “de lástima no los quebramos porque están los niños”, y estaban mis nietos así alrededor”, manifiesta María Baltazar, en el pequeño cuarto de madera en el que ahora vive, ubicado en un paraje de la cabecera municipal de San Pedro El Alto.

La misma situación expresa Mararita, quien ha sufrido la violencia de Santo Domingo Teojomulco desde el año 2004, cuando fue asesinado su hermano. Su hermano Francisco, de 21 años de edad, ejercía el trabajo comunitario de policía, cuando fue emboscado y asesinado con disparos de arma de fuego; había salido a las seis de la mañana a trabajar, y una hora después, fue asesinado, dejando en la orfandad a una niña de tres años de edad y a un niño de ocho meses.

“Ahorita están todos asustados, porque cuando llegaron después de eso y ahora que nos desplazaron, nos dieron un mes primero, seguimos un año, todavía. De ahí, iban a entrar a las dos de la mañana, pero como llovió en la noche, llegaron a las seis de la mañana a patear las puertas de todas las casas, nos empezaron a sacar, que fuéramos a la cancha de El Tlacuache a una plática; bajamos, porque no podíamos hacer nada. Éramos un poquito de habitantes, llegaron por milagro de Dios que no nos hicieron nada, esta niña estaba chiquita. Es mi nieta, tenía cuatro meses”, relata Margarita sobre el día en que fueron obligados a desplazarse y dejar su hogar.

“Me apuntaron con el cañón de la pistola”, continúa su relato, “cuidadito que voltees para atrás, camine pa’ delante, me dijeron, y no dejaron que volteáramos para atrás; fue mucho daño el que nos hicieron. Algunas señoras estaban acostadas, patearon las puertas, no los dejaron sacar sus suéteres, no sé qué vaya a pasar con nosotros, las cosas se están complicando más. Y no hay apoyo, nada. Hay mujeres embarazadas. No sentí miedo, sentí coraje, porque no es tan fácil perder a alguien de la familia”.

Margarita es viuda y con dos hijos, trabajaba lavando ropa y haciendo de comer a los trabajadores de las empresas comunitarias. Ese día tuvo que pagar dos mil pesos para que un taxi los trasladara hasta la cabecera municipal de San Pedro El Alto. Ahora vive en un cuarto prestado y sin nada. Ahora, para mantenerse, muele un poco de tortilla, compra leña y va de casa en casa para conseguir algo de dinero e ir pasándola.

Juana López Velásquez tiene 57 años de edad, tiene cáncer de mama y un hijo con discapacidad. Toda su vida, cuenta, la vivió en El Tlacuache, hasta que llegaron los de Santo Domingo Teojomulco.

“Nos pusieron de patitas en la calle, como si fuéramos unos ladrones, unos asesinos. Realmente no somos así, somos personas de paz, trabajadores, humildes, sencillos, nos dedicamos a la siembra de maíz, frijol, el haba, el chícharo, ahí tenía flores, duraznales, nopales, sembraba uno poco y así me iba manteniendo, cuál como cuál vendo. Si salgo, ya traigo la flor, ya la vendo, ya ganaba unos cuantos pesos para comer con mi familia”.

Pero ahora, dice, de dónde van a agarrar para vivir, porque ya no hay trabajo: “¿qué vamos a vender, con qué vamos a comprar”.

Con su enfermedad, menciona, tiene que viajar continuamente a la ciudad de Oaxaca a sus citas con el oncólogo. Por eso, expresa que necesita apoyo, al igual que todos los desplazados de El Tlacuache y La Cofradía.

“Que nos den un apoyo para desbaratar nuestras casas, podemos traernos esas láminas y podemos hacer nuestra cocina, un baño o un gallinero para cuidar pollos, o un marranito, o algunos borreguitos, allá tenía mucho espacio, pues todo eso teníamos. Lamentablemente aquí no tenemos nada y qué vamos a hacer cómo nos vamos a mantener, de qué nos vamos a mantener.

“Teníamos primaria, teníamos preescolar, no teníamos mucho, pero para mí era bastante; pero ahora, ahora si nos refugiamos con algún familiar, una renta o algo, porque no tenemos recursos para hacer nuestra casa en el lugar que nos han dado”.

Juana agrega que para ella es muy doloroso lo que está viviendo, llora, sufre, porque todo su esfuerzo, sus esfuerzos de toda la vida, su trabajo de toda la vida, se quedó ahí, en El Tlacuache. “Se llevaron todo, la ropa, los muebles, herramientas, machetes, ganchos, motosierras, alambres, comal, camas, mesa, roperos. Nos dijeron que nos salíamos o nos mataban”.

Desatención oficial

Las autoridades comunitarias de San Pedro El Alto afirman que el gobierno de Oaxaca, encabezado por Salomón Jara Cruz, ha ignorado todas las ocasiones en que han solicitado su intervención y apoyo ante las incursiones armadas, y el despojo de sus tierras, a manos de los habitantes de Santo Domingo Teojomulco.

El secretario de Gobierno, Jesús Romero López, los ha dejado plantados en varias ocasiones; y se ha ignorado su petición de brindar seguridad en la zona que fue invadida. También han ignorado sus peticiones de ayuda para las personas desplazadas, para quienes obtener el sustento que les permita vivir, es difícil de obtener; además de que viven en condiciones humanitarias complicadas.

Mientras que la titular de la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO), Elizabeth Lara Rodríguez, afirma que no conoce el caso de las más de 250 personas desplazadas de San Pedro El Alto.

Según un informe de la DDHPO, entre los años 2020 y 2023 al menos 5 mil 499 personas han sido víctimas de desplazamiento forzado interno en el estado.

Las principales causas del desplazamiento interno en Oaxaca son la imposición y aplicación de sanciones comunitarias, la intolerancia religiosa, los conflictos de tierras o agrarios y la explotación de recursos naturales, los conflictos por nombramientos de las autoridades municipales, y la violencia por conflictos agrarios, políticos y religiosos.

Las víctimas sufren daños físicos, materiales, psicológicos, comunitarios y el desarraigo. “El desarraigo es uno de las más significativos porque pierden su lengua, su cultura, su actividad y desarrollo económico, y su relación con la naturaleza”, de acuerdo con el informe del organismo.

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