Más que un diferendo económico o político es un tema ideológico el debate de Trump con sus vecinos limítrofes. Es la ultraderecha nazi y fascista erguida contra la izquierda humanista y demócrata. Por tal, la conducta de los comentócratas de aquí y de allá descalificando a México y enalteciendo al magnate bravucón.
Importante señalar que los ciudadanos de a pie, después de las elecciones presidenciales en México, nos percatamos que el dinosaurio de la corrupción, el nepotismo y la rapiña aún seguía ahí cobijado por el edredón guinda de la novísima propuesta partidista. No obstante, son tiempos de asumir un compromiso con lo más sensible de nuestras vidas, la patria de nuestros ancestros, la nuestra y la que asumirán nuestros hijos una vez que todo se haya consumado. Son tiempos difíciles para quienes se enfrascan en disputas por preferencias sectarias, pero no para los que entienden que este es un debate ideológico en el que se hace indispensable sumar y unir no dividir y restar.
Pero aquí, cuidado, que los aprovechados y arribistas que llegaron al poder desde posiciones opuestas, desde, incluso, compromisos deleznables con la delincuencia en boga por todas partes, podrían aprovechar el momento para incubar, en los espacios de poder conseguidos, el virus de la maldad que portan ya sin disimulo, con la complacencia de gobiernos estatales y locales, a cambio del trasiego de bienes para su beneficio personal y familiar.
Hasta ahora entendemos porqué esos frentes y planchas de gente perversa y corrupta sé corrieron hacia las estructuras de gobierno en tiempos de transición, en un ejercicio de gatopardismo inusitado y vergonzante. El gobierno federal que ahora avalamos por amor a la patria, debe tomar medidas para desfasar a esas planchas y a esos frentes a los cuales nos hemos referido, pues están repitiendo todas las marrullerías por las que depusimos, los ciudadanos, al régimen del cual ya no queremos saber nada, el de los derechistas simulados o asumidos.
Los mexicanos de a pie, los que sobrevivimos a costa de nuestros esfuerzos y desgastes, estamos puestos en la idea de evitar que la derecha sumaria se salga con la suya y, al percatarnos que el tiranosaurio desastroso y abusivo sigue ahí, no cejaremos en el esfuerzo de que se extinga para que nunca más vuelva a aparecer.
Fernando Amaya