César Rito Salinas
Octavio Paz se obstina mucho
en esa búsqueda
Julio Cortázar en el Prólogo del libro
Los signos de rotación, de OP
A los periodistas de El Universal Oaxaca,
Que fueron obligados a renunciar
a su empleo
Se trata de ver la vida bajo el puente, un puente, cualquier puente; se trata, digo, de sentarse junto a las aguas que corren lentas mientras crece el olor a Diesel sobre la claridad que se extiende sobre el espacio.
Desde aquí se ve Santo Domingo. _Para sufrir hambres se viaja, pero nadie informa de esto. El párrafo pregunta sobre los tonos verbales y responde el ácrata sobre el cable, con el sombrero de copa y en calzones unido a la pértiga, desde donde realiza su balanceo. Pídele a San Antonio, mijito.
La pregunta que implica la ecuación se refiere al espacio, cualquier espacio -el que te parezca mejor- como en los tiempos del abuelo Juan, de papá José, de la tía Natalia y Josefa.
El espacio. ¿Cómo trasladar los cimientos de la casa que levantaron los ingleses junto al mar? Para mover, desmontar la casa y trasladarla a otro sitio será necesario algo que nunca llegaremos a saber.
_ Bendito –dijo la abuela.
_ Mira nomás. _ Mijito.
El grupo de borrachos pegado al barandal del puente del arroyo conforma la Mayordomía Silenciosa, la gente que baila sentada; presentan algo de protesta mientras la mancha de borrachos se extiende y crece grande como epidemia.
Desde aquí se ve Santo Domingo –dijo Don Lucio y señaló al fondo las cúpulas resplandecientes donde la bandera del Vaticano ondea. En la mañana corrió el aire que tocó el rostro grasiento de los borrachos, en preciso instante en que se agitó la bandera sobre la cúpula de la iglesia, al fondo de valle. ¿Cómo es posible la transmigración? No llegan con el mandado –dijo Evelio.
__ Se largaron con el mandado – dijo Plutarco.
La bola de borrachos desespera a media mañana, espera el tanque, el alcohol de diez que fueron a gestionar Chepil y Chencho.
Para no sentir angustias -la lluvia caía sobre mojado- se pusieron a contar historias.
El sol del mediodía, la sed que lo sigue fiel como una sombra resultó propicio para que se concretara el milagro, las palabras ascendieron conducidas por ángeles de la guarda (los ángeles resultaron bien metiches).
Creció el calor bajo el sol de todos los días, hombres y ángeles miraron el envase vacío donde bailaba el aire como fugaz testimonio de la dicha.
Cuando todos guardaron silencio, se escuchó una detonación con la que se que dio inicio al relato bajo el puente del arroyo.