De acuerdo con el Banco de México, Oaxaca recibió de enero a septiembre de este año 2 mil 142.2 mdd en remesas, un aumento de 412.3, con respecto a los mil 729.9 mdd captados durante 2021. Esta información que se hizo pasar en todos los foros como una buena noticia, me hizo cuestionarme acerca de si es algo que deba celebrarse.
El Banco Mudial sostiene que entre 2000 y 2020 las remesas en México aumentaron en un 500% pasando de 6,573 mdd a 40,605 y en 2021 llegaron a 51,586 mdd, lo que representa un 27% de aumento, el mayor crecimiento en los últimos 15 años, alcanzando un máximo histórico de 4% del PIB. Por su parte, el Anuario de Migración y Remesas del Consejo Nacional de Población (CONAPO) y la Fundación BBVA México, muestra que en 2010 nuestro país ocupó el sexto lugar con 4.4 millones de personas emigrantes, pero en 2020 pasamos al segundo con 11.2 millones.
Por otro lado, una investigación denominada Remesas, Migración y Comunidades Indígenas de México, que el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México publicó en 2015, sostiene que con la participación de nuestro país en el modelo de desarrollo global y del abandono al campo, se han acentuado las carencias en las zonas rurales, entre ellas las indígenas, generando una mayor incorporación de esta población en la migración interna e internacional asociada al desempleo y la falta de alternativas económicas, en el caso de Oaxaca es básicamente por la pobreza, la marginación, la carencia de servicios básicos en general, los bajos índices y los precios de la productividad agrícola, la falta de infraestructura agroindustrial y el poco o nulo financiamiento.
Por ejemplo, la emigración de los mixes originarios de Cacalotepec, Cotzocón y Guichicovi hacia la capital del estado, el Distrito Federal y Estados Unidos, se relaciona con el deterioro de tierras de cultivo, la presión demográfica, las desventajas en la importación del maíz y la caída en los precios del café (Torres, 2004).
En el mismo orden de ideas, concluye que el programa gubernamental Procampo representó solo 5% del total de las remesas en 2012, mientras que éstas fueron cinco veces superiores al programa Oportunidades el mismo año y que, según estimaciones del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval, 2014:112-114), en los hogares indígenas tienen una importancia mayor las transferencias, respecto al conjunto de los hogares mexicanos, ya que en los primeros representan casi 20 de cada 100 pesos y en los segundos 13 de cada 100. De esos 20 pesos, alrededor de diez tenían su origen en los programas, líneas arriba enunciados; los diez pesos restantes son resultado del envío de remesas internas o internacionales.
La realidad actual confirma estos análisis, pues se demuestra con los resultados que arroja el Anuario de Remesas y Migración aludido, cuyos datos sostienen que entre los primeros 10 municipios con muy alto grado de intensidad migratoria, en México, cinco son de Oaxaca, además, que nuestra entidad ocupa el cuarto lugar en cuanto a dependencia de las remesas con 13.3 del valor agregado bruto.
Pero la migración afecta la vida de las familias de muchas otras formas que no reflejan estos datos. Paulatinamente va cambiando la idiosincracia y organización comunitaria de la entidad, por ejemplo, la vida en torno a los “Usos y Costumbres” se ve alterada porque las nuevas generaciones ya no regresan a establecerse, se separan de sus hábitos, alimentos y costumbres; las tareas y obligaciones comunitarias tienen que ser atendidas por un familiar o debe pagarse un sustituto; se impide participación en los procesos electorales; el desarrollo de festividades y en ocasiones, a falta de inversión gubernamental, se recurre a los emigrados para mejorar su infraestructura, etcétera.
Por lo tanto, el aumento acelerado del monto de las remesas remesas no debe verse como un logro del gobierno que incentiva la inversión o genera condiciones para que nuestros paisanos salgan de la pobreza o avancen económicamente desarrollando nuevos campos productivos, antes al contrario, es una prueba de que las políticas gubernamentales están fracasando peligrosamente, que no se generan empleos, que los programas de gobierno no están combatiendo la pobreza, la cual aumenta de forma peligrosa, y con ello, se está generando una serie de cambios sociales que afectan la cultura y la idiosincracia de los mexicanos, porque estos cambios son inflingidos por la estructura económica ajena, que no es permanente y que no permite progreso y desarrollo, sino atraso e inestabilidad generalizada. Además, no solo no eliminan la pobreza en México, sino que también afectan a los migrantes, que solo pueden ayudar a sus familias en la medida en que llevan una vida de privaciones y carencias para poder ahorrar, pues según el Anuario, el 19% de migrantes viven en pobreza.
Finalmente, estos envíos de dinero que son la salvación de millones de familias mexicanas que de otra manera no podrían sobrevivir, no solo aminoran la inconformidad social, tampoco obligan a los mexicanos a luchar porque el gobierno genere fuentes de empleo y desarrolle el aparato pruductivo en nuestros distintos sectores económicos dentro del país. Su incremento sólo perpetúa el actual estado de cosas y absuelve en los hechos la ineficiencia del gobierno, al subsanar sus deficiencias en lugar de ayudar a corregirlas.
La realidad llama cada día a la puerta; el feroz combate a los migrantes por parte de los gobernantes estadunidenses que deportan cada vez a más conciudadanos y el aumento de las contradicciones propias del neoliberalismo norteamericano con que aumenta peligrosamente la pobreza, detendrán tarde o tremprano la migración y orillarán al retorno a la patria de millones de paisanos.
Los problemas de los mexicanos están en México, y por tanto, también su solución. Se acerca la hora de ajustar las cuentas con nuestros gobiernos que no son capaces de otorgarnos el derecho más elemental, el del acceso a un empleo digno. Otra vez, señalamos, la solución es la organización de las masas empobrecidas que ven a sus hombres y mujeres partir para dejar sus mejores años, su creatividad y a veces hasta la vida en otros países, por buscar el sustento diario. Se necesita crear una nueva fuerza política que ponga a gobernantes que sepan hacer efectivos los derechos de los mexicanos aquí, en nuestra tierra, para que nadie se sienta obligado a buscar destino en patrias ajenas.