13 C
Oaxaca City
viernes, noviembre 22, 2024

Post it

Reportajes

César Rito Salinas

Hoy son varias fuerzas las que

tienden a romper la cohesión tradicional

de los textos narrativos.

Claudio Guillén, La plurinovela

Hay que nombrar el tiempo que nunca se repite, que corre como el río de aguas turbias; las botellas de mezcal estaban en el piso, los pos it tenían escrito: coyote, arroqueño, belató, tepeztate. Por la tarde cayó la lluvia, pero ya en la noche lucía un cielo esplendoroso. “Soy un lector que escribe”, dijo Enrique y sirvió mezcal en el bulbo espirituoso. Las letras llegan con un recuerdo inventado, forman el apunte escrito sobre pequeñas tarjetas; un recuerdo pescado al aire, concretan los ejercicios de la memoria que anticipa olvidos.

La conversación puede ser la forma de la nueva escritura; la escritura interrumpida, Enrique recordó que el bulbo espirituoso tiene por función armar dar salida dirigida a los alcoholes superiores del mezcal, “la memoria tiene por base nuestro olfato, del olfato viene la escritura” Estoy de acuerdo, dije, las cosas cambian o se olvidan, nos dan la oportunidad de reinventarlas.

En la pequeña habitación pude ver que los frascos de vidrio ocupaban el piso; sobre los escritorios estaban los trastos de las letras, las máquinas. Enrique se sirvió otro mezcal, dijo: “debemos abordar la mentira como forma de la invención, la expresión del pensamiento”.

Por la ventana pude ver la luz de un rayo, me aferré a mi vaso de mezcal, “estoy de acuerdo”, dije.

– Aunque, por estos tiempos los lectores demandan crónicas de una realidad marginal -dijo Enrique.

Me pareció que el comentario de Enrique buscaba honduras, pleito. Sabemos que en toda América los escritores son de izquierdas, eso pregonan, eso esperan sus lectores; son suyos los temas del gueto. El hacer la crónica requiere de un espacio propio, del ejercicio de la imaginación sobre un territorio y una lengua, de una memoria específica.

– ¿Quién hace la crónica de San Martín? ¿Quién trae la crónica del mezcal? ¿Quién la del mercado de abastos? -Enrique levantó la voz, por un momento tuve la certeza de que los vecinos vendrían a tocar la puerta, exigir que bajáramos la voz.

En Oaxaca sobran los temas, dije, faltan autoras y autores que salgan a la calle con la camiseta del territorio que buscan nombrar bien puesta, dije, dispuestos a escuchar lo que se dice en el camino, dentro del los colectivos, mototaxis, urbanos. Hace falta que se escriba de la gente a partir de los recuerdos inventados porque, ¿para qué escribir lo que ya se conoce? ¿Para qué nombrar lo que ya se sabe?

– ¿Quién sale armado de palabras? ¿Quién busca nombrar lo que se mira con esas palabras que fueron tomadas de un libro, de otro autor?

– El problema del cronista es que quiere nombrar lo que observa con palabras nuevas, y eso es imposible.

– Siento que no se trata de nombrar la verdad, nadie la conoce, el asunto gira sobre las mentiras escritas en la forma literaria, la crónica.

Enrique dice que es un lector que escribe. Por ahí va el tiro de la crónica, nombrar con palabras ajenas, tomadas del libro, y ponerlas en ese asunto tan específico de Oaxaca y los oaxaqueños. Me pregunto esto, ¿de dónde vamos a sacar las palabras para nombrar nuestros mezcales? Las palabras vuelan sobre el lomo de las palabras, ¿por dónde volarán si no cuentan con las palabras necesarias que las anteceden?

El problema de la escritura no va por la verdad o la mentira, la originalidad, el trema de la escritura es encontrar a los precursores del lenguaje que nombre los temas de Oaxaca.

– La escritura que da origen puede estar en otra lengua, en temas tan descolocados de esta geografía como el mar o los reyes taumaturgos o la brujería -dijo Enrique.

Habíamos estado en la presentación en IAGO-Juárez, Renato dijo hay que resistir par a que el mezcal sin nombre prevalezca, hay que integrar la resistencia con las palabras que utilizamos en la crónica; no hay novela sin teoría de la novela, a condición de que esa teoría no muestre sus costuras, la hechura. “Soy lector que escribe”, repitió Enrique con los labios muy pegados al borde del bulbo espirituoso, como si sus palabras fueran sólo para el bulbo y el mezcal.

Las letras son “cosas”, artefactos del lenguaje, dije. En la escuela pude leer El arco y la lira de Octavio Paz, lo que recuerdo de aquella lectura es la definición de poema, “artefacto del lenguaje” y la parte que refiere a la poesía, “asunto de lo mágico”. Paz dice que el poeta trabaja como el clarividente, con elementos que conjunta -indicios- hasta formar lo nuevo, la revelación. ¿Qué es la revelación? Un recuerdo inventado, algo que nunca se ha visto y que alguien, cualquiera, por extrañas razones, enuncia, lo hace presente con el lenguaje y a partir de ese sitio, el lenguaje, existe.

-Me gusta el mezcal, su presencia causa la sed, se parece al desierto -dijo Enrique.

Habrá que recordar que, en su tiempo, a inicios del 2000, Jerome Rothenberg ubicó a María Sabina, la curandera de los hongos, como una de las más grandes poetas del Continente. ¿A qué viene esta mención? A lo dicho por Paz, la poesía emerge en el orden de la magia. También aseguró esto: el poema ocurre en la representación, esto es, tiene característica performática.

Esa noche del sábado el bulbo espirituoso estaba junto a la mesita del trasto de las palabras, la computadora. Afuera, el cielo advertía aguaceros. Enrique recibió una llamada de su mujer, la señora preguntó si estaba bebiendo.

– No -dijo.

- Advertisement -spot_img

Te recomendamos

- Advertisement -spot_img

Últimas noticias