Cuauhtémoc Blas
Con paro de labores y protestas, burócratas de base de la Secretaría de Movilidad del Gobierno de Oaxaca, rechazaron las acusaciones de corrupción que les hiciera el gobernador del estado. Al contrario, declaraban, y se leía en sus cartulinas, son los funcionarios quienes “realizan prácticas fuera de la ley”. Al día siguiente, trabajadores del DIF también rechazaron las mismas acusaciones contra ellos. Funcionarios y empleados se acusas, ¿dónde está realmente la corrupción? Al menos, dónde la mayor. A propósito de esta confrontación, comentamos sucesos del pasado.
Diódoro Carrasco, inició su gobierno con la animadversión del gremio burocrático. La dirigencia sindical tuvo un ríspido encuentro con los nuevos funcionarios, en el patio del Palacio de Gobierno. Hay una fotografía que ilustra la situación: el gobernador extendiendo su brazo para dar la mano, lo más lejos posible, al dirigente, Reveriano Chagoya Corres.
Poco después inició el conflicto. Exigencias exacerbadas, paros y plantones; de pronto el ejecutivo no pudo acceder a sus oficinas de Palacio de Gobierno. Circunstancia embarazosa para el mandatario que sus propios empleados le impidieran el acceso, pues otra cosa es que otros grupos lo hicieran, no su propia gente.
En esos años había una dirigencia sindical de burócratas fuerte y aguerrida, a la que no pocos funcionarios diodoristas temían. A más de tres décadas de ese gobierno, se dan confrontaciones similares con otro nuevo gobierno, el de Salomón Jara. Una diferencia inicial y fundamental, es que en aquel entonces las hostilidades no partían del gobierno, sino del sindicato; hoy es al revés, el conflicto inició desde los gobernantes contra sus burócratas.
BURÓCRATAS, TAMBIÉN SON GOBIERNO
Decimos “sus burócratas”, porque esos empleados son parte del gobierno, con ellos se realiza la administración pública. No se les puede ver como entes ajenos. ¿Para qué pelearse con ellos? Si se tuvieran detectados situaciones irregulares, deberían proceder legalmente en casos concretos, de otra manera solo se sacude adversamente el avispero. Este escándalo permitió la difusión de las omisiones del gobierno, acusado de no proveer a SEMOVI de los materiales que pagan los ciudadanos: placas, licencias y tarjetas de circulación.
Enseguida los trabajadores del DIF realizaron sus denuncias y rechazo a ser considerados actores de actos indebidos; dijeron que ellos compran los materiales que necesitan para sus labores. Empleados de esas dos dependencias, hablan de nepotismo, acusan que familiares de los gobernantes ocupan direcciones importantes en ellas. Hay también protestas de empleados despedidos de la Defensoría de los Derechos Humanos de Oaxaca y de la Gasolinera del DIF.
Para culminar con los sucesos del pasado, hay que destacar que, a diferencia de hoy, en aquellos años lograron no solo diluir el conflicto, sino en poco más de un año, en 1994, vieron llegar a su fin a la dirigencia sindical de Reveriano y su cacicazgo de 14 años al frente del Sindicato de Trabajadores de los Poderes del Estado e Instituciones Descentralizadas de Carácter Estatal de Oaxaca (STPEIDCEO). Las relaciones sindicato-patrón volvieron al redil, en lo general.
REFORZAR LOS BUENOS TRABAJOS; NO INCORPORAR MERCENARIOS
Con la política pública de ir poniendo a muchos grupos y actores sociales en su contra, este gobierno coge riesgos. Parece que quisieran molestar a los ciudadanos en vez de ganarlos. La designación al frente de la Jefatura de Gabinete del gobierno del mercenario Flavio Sosa Villavicencio, es a todas luces impopular. No tiene con qué ser útil a la entidad el personaje; con su bajo perfil, ¿alguien del gabinete acatará sus instrucciones? Quizá la única utilidad es que no violente a la sociedad y apartarlo de su jefe, José Murat.
Hay buenos trabajos en los que avanza este gobierno: la lucha contra el Cártel del Despojo, que afectó a centenas de oaxaqueños de varias regiones, y que deberán ser resarcidos de sus propiedades; la revisión y suspensión de los fíat notariales otorgados de manera arbitraria (y ejercidos igual) por el ejecutivo anterior; el castigo a quienes desviaron los recursos públicos en el sexenio pasado, se gastaron los recursos y dejaron las obras inconclusas.
Es mucho lo pendiente y lo nuevo de Oaxaca que necesita atención urgente. Para ello, el gobierno requiere de buenos cerebros, gente capacitada, no a los que están incorporando recientemente, quienes no solo no lo ayudan sino lo afectan, y, sobre todo, le atraen la innecesaria animadversión del pueblo. El pleito con el magisterio de la Sección 22, es otra historia ruda, su amenaza de agitación en julio de Guelaguetza pende como espada. Lo notorio y grave es que no tiene interlocutor gubernamental al frente.
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