Opinión/Dimas Romero González
Hace unos días leí una publicación en la que se decía que los estrategas rusos han llegado a la conclusión de que cualquiera que sea la forma en que triunfen sobre Ucrania y la OTAN, el saldo será negativo para Rusia. Por tanto, se plantea la necesidad de pasar a la ofensiva nuclear contra Occidente.
Es claro que las afirmaciones de los especialistas no son suficientes para asegurar que los líderes de Rusia estén llegando a estas conclusiones. Pero la derrota del ejército de Ucrania, el daño a su economía y población, como etapa calculada de desgaste, nos dicen que el imperialismo intentará mantener su dominio en el mundo, sin importar que sus aliados perezcan. El capitalismo en su etapa neoliberal, atenta pues, contra la existencia misma de la humanidad.
En el capítulo I, Burgueses y Proletarios, del Manifiesto del Partido Comunista, que salió a la luz entre 1847 y 1848, Carlos Marx y Federico Engels, explican el surgimiento, evolución y, sobre todo, las condiciones en que se empieza a demostrar que la existencia de la burguesía, es ya incompatible con el desarrollo de la sociedad.
Sostienen que en la sociedad feudal en descomposición, como producto del impresionante desarrollo de la producción con el descubrimiento de América y la circunnavegación de África, el acceso a los mercados de la India y de China, se multiplicaron los medios para intercambiar mercancías y el comercio mismo. Ello provocó el salto de la producción gremial o de talleres artesanales a la manufactura y, al incrementar la demanda sin cesar, dio lugar a su vez, al surgimiento de la máquina y al uso de vapor, revolucionando la producción industrial. Esta serie de revoluciones en el modo de producción y de cambio, se encontraron aprisionadas en la sociedad feudal por la forma en que ésta producía y cambiaba las mercancías, además de la forma de organización de la agricultura y de la industria manufacturera, puesto que dependían de las relaciones de propiedad feudales que impedían el desarrollo de la producción. Para romper esas trabas, se estableció el libre mercado, con una constitución social y política que permitió la dominación económica y política de la clase burguesa.
Afirman también, que un proceso análogo al de la incompatibilidad del feudalismo con el desarrollo de la producción capitalista, se presentaba ya cuando expusieron su Manifiesto, pues entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción y de propiedad que condicionaban la existencia de la burguesía y su dominación, existía una contradicción cada vez más insalvable, porque estas relaciones eran ya demasiado estrechas para contener la enorme riqueza creada en su seno, como lo demostraba la epidemia de sobreproducción que generaba crisis comerciales de manera periódica y cada vez más agresivas. Crisis que la burguesía salvaba, de una parte, por la destrucción obligada de una masa de fuerzas productivas y, de otra, por la conquista de nuevos mercados y la explotación más intensa de los antiguos.
De igual forma, dijeron que en la misma proporción en que se desarrolla la burguesía, lo hace también el proletariado, la clase de los obreros modernos que no viven sino a condición de encontrar trabajo, y lo encuentran únicamente mientras su trabajo acrecienta el capital. Que los intereses y las condiciones de existencia de éstos se igualan cada vez más a medida que la máquina va borrando las diferencias en el trabajo y reduce el salario, casi en todas partes, a un nivel igualmente bajo. Como resultado de la creciente competencia de los burgueses entre sí y de las crisis comerciales que ella ocasiona, los salarios son cada vez más fluctuantes, el constante y acelerado perfeccionamiento de la máquina coloca al obrero en situación cada vez más precaria.
Por lo tanto, a diferencia del siervo, que en pleno régimen de servidumbre, llegó a miembro de la comuna, lo mismo que el pequeño burgués llegó a elevarse a la categoría de burgués bajo el yugo del absolutismo feudal, el obrero de la era capitalista, en vez de elevarse con el progreso de la industria, desciende siempre más y más por debajo de las condiciones de vida de su propia clase, evidenciando que la burguesía ya no puede seguir desempeñando el papel de clase dominante, porque no es capaz de asegurar a su esclavo la existencia, ni siquiera dentro del marco de la esclavitud, pues se ve obligada a dejarle caer hasta el punto de tener que mantenerle, en lugar de ser mantenida por él. Sustentan así que la existencia de la burguesía es pues, en lo sucesivo, incompatible con la de la sociedad.
Asimismo, en esa obra que por limitaciones de espacio y de cualificaciones teóricas me veo forzado, por un lado, a mutilar en algunas partes y, por otro, a citar casi textualmente, sostienen que el capitalismo crea su propio sepulturero, porque la industria, en su desarrollo, no solo acrecienta el número de proletarios, sino que los concentra en masas considerables, por lo cual su fuerza aumenta y adquieren mayor conciencia de la misma. Al respecto, es necesario decir que el proletariado no evolucionó como Marx y Engels pensaron, pero esto no invalida ni un ápice su teoría, puesto que es un hecho contundente que la burguesía supo combatir muy temprano a la clase que le disputaría el poder a medida que se desarrollaba la producción y los líderes y partidos obreros no pudieron enfrentarla con éxito. Esto alargó la agonía del capitalismo que desde entonces dejó de ser una etapa revolucionaria en el desarrollo de la humanidad.
Para probar la cientificidad de las tesis marxistas, basta con mencionar, que la actual guerra de expansión para desmembrar a Rusia -nación territorialmente más extensa del mundo-, no es otra cosa que la búsqueda de recursos naturales y mercados; la etapa neoliberal del capitalismo, que consiste en destruir el Estado de Bienestar impulsado por los gobiernos para que el trabajador viva solo del producto de su trabajo, es la forma más acabada de explotación de los viejos mercados; además, que México es una muestra fehaciente de que el capitalismo llega a una etapa en que el proletariado ya no le sirve para producir, por ello, no tiene más remedio que mantenerlo apenas vivo, pues eso y no otra cosa, son las transferencias monetarias directas que reciben actualmente 9 millones de personas pobres, como único ingreso a falta de empleo.
Queda pues demostrado que el capitalismo lleva alrededor de 170 años acumulando contradicciones, que lo hacen cada vez menos compatible con el desarrollo de la humanidad y éstas llegarán tarde o temprano a un punto en que surgirá una nueva sociedad. Es la ley del desarrollo, y entre más autoritaria y agresiva sea la forma en que se mantenga la burguesía en el poder en el mundo y en México, y entre más sigan empobreciendo al proletariado, con más violencia reaccionará para romper la camisa de fuerza en que contienen su derecho a una vida digna y decorosa.