Dimas Romero
La lentitud de los fragmentos de la vida; el pequeño y superficial movimiento que vemos de las cosas, provocan a veces que no entendamos que hay periodos en que paulatinamente todo cambia y por más que se contenga o ralentice el proceso, brotan de las cosas muertas, otras distintas y nuevas. Esta progresiva acumulación de pequeños cambios da lugar, necesariamente, a momentos tan fugaces e intempestivos, en que la vida se mueve con tal velocidad y tan bruscamente, como largo y lento haya sido el proceso de acumulación de las contradicciones.
Entender a plenitud esta suma de cambios es de vital importancia, por cuanto es necesario saber que la realidad permite, a veces, el concurso de la mano interventora del científico, el pensador o el revolucionario, y que en el terreno del desarrollo social de ello depende, como dijo Marx en el prólogo a El Capital, el que podamos mitigar los dolores del parto en que nacerá la nueva sociedad.
Esa aborrecible cotidianeidad que impide ver el proceso de cambio en su extensión y profundidad, es por la que para muchos, la creciente pobreza y la agudización de las contradicciones políticas, económicas y sociales, van adquiriendo una sensación de normalidad, de tal forma que se hacen tolerables. Esto trae como consecuencia que para los sectores más humildes, cualquier pequeño apoyo del gobierno, como la entrega directa de dinero en efectivo, aparezca como un acto de benevolencia que deben agradecer, sin comprender que el sistema ha llegado a tal nivel de descomposición, que ya no puede ni otorgarles trabajo, y que por tanto, literalmente les entrega migajas que les permitan apenas mal vivir, a cambio de su pasividad y silencio.
Tampoco nos permite ver que el entorno político se logra mantener con las pinzas del sofisma y la demagogia. Los políticos son cada vez más burdos y corrientes, con un actuar tan irracional que permite absurdos como la inauguración de obras sin terminar, presumir desarrollo social cuando la pobreza aumenta escandalosamente, que al frente del combate a la corrupción estén corruptos nuevos, que se hable de paz y tranquilidad social cuando hay masacres, secuestros de funcionarios, asesinatos de presidentes municipales y atentados contra secretarios de gobierno, etc.
No percibimos pues, que en la medida en que el desempeño de la clase política corrupta y permisiva que nos gobernó por varias décadas se hizo insostenible, la burguesía preparó y moldeó -en un proceso que duró décadas también-, otro sector de esa misma clase política, que con aparente tendencia de izquierda, decía combatir la corrupción y los excesos y, sobre todo, que colocó en el centro de su discurso a los olvidados y marginados de siempre para mantenerse en el poder… y lo logró.
Sin embargo, este descarado asalto a la verdad no podrá sostenerse por mucho tiempo, pues se agota el fugaz ciclo de esta seudoizquierda, debido a su incapacidad para administrar el aparato de gobierno, al creciente repudio por las promesas incumplidas, a la galopante corrupción y la represión militar y judicial con que intentará mantener el poder cuando ya no funcione su discurso. Ante ese posible escenario, nuevamente la burguesía ha venido preparando el arribo de otro sector que impulsa también el proyecto económico burgués, pero ahora desde la derecha.
Por ello, debemos observar con mucho cuidado que a medida que avanza el proceso de elección del nuevo presidente de México, la 4T se fracciona por las pugnas internas, agudizando sus errores y fracasos y, a su vez, la llamada oposición se hunde también, por sus pugnas internas y porque la sociedad registra que la violencia, la corrupción, la pobreza y el caos social, surgieron con ella al frente del poder del país, y que casi de manera imperceptible, se ha venido incrementando la estigmatización de todo lo que parezca izquierda y suene a partidos políticos, preparando con ello, la “ciudadanización” de la política, con el mito de que el problema son los partidos y su esencia corrupta, ensalzando al empresario, intelectual o ciudadano destacado, exitoso como producto de su eficiencia administrativa, que no busca puestos políticos con fines económicos, que viene de la cultura del esfuerzo propio y no como los políticos tradicionales, que prosperaron al amparo del poder y de los negocios que crearon como funcionarios.
Como complemento, se generará un discurso para los inconformes, en concreto para los sectores medios, para los emprendedores, medianos, pequeños y micro empresarios, a quienes se les inculcará que los beneficiarios de la 4T son oportunistas que en vez de trabajar, prefieren vivir de las transferencias de dinero del erario, sin entender que este método de enajenación y control fue creado para adormecer y calmar la inconformidad del ejercito laboral de reserva que no comprende este trato degradante que agudiza su pobreza, porque destina grandes sumas de dinero al consumo y no a la producción, sin que se generen empleos que mejoren de manera permanente su economía.
Pues bien, para ver estos procesos en que la burguesía mexicana cuidadosamente va ajustando la sociedad para mantener su dominio sobre las mayorías cada vez más empobrecidas, es necesario entender el proceso evolutivo como producto de los saltos cuantitativos y cualitativos, para poder intervenir y lograr que nuestro país se encauce por la ruta del progreso y desarrollo para las clases trabajadoras.
En ese sentido, las mayorías deben comprender que el obradorismo fue una falsa alternativa a la marginación que sufren, que la 4T las colocó en el centro de su discurso, pero sin que esto se tradujera en un cambio sustancial en la forma en que sus necesidades son atendidas, para gobernar a su nombre pero no en su beneficio, y que por tanto, para que haya un gobierno en su favor, deben participar de manera activa en la construcción de una sociedad que les brinde soluciones permanentes y eficaces.
La contradictoria cotidianeidad no permitió a las masas populares y a los movimientos sociales genuinos ver que con el desgaste de los gobiernos anteriores, a Morena se le presentó la oportunidad de ofrecer un proyecto popular, a favor de las masas empobrecidas, pero una vez que llegó al poder, no ha hecho sino beneficiar a los ya favorecidos, y ahora que la 4T se agota, se presenta otra oportunidad, y si no la aprovechamos quienes luchamos auténticamente en favor de las capas populares, la volverá a capitalizar la burguesía pero ahora con la derecha.
Los sectores progresistas de la burguesía, por su parte, deben entender por mero instinto de supervivencia, que a la par de la contención del progreso y desarrollo de las mayorías, la clase política a su servicio ha consentido el crecimiento exponencial de la violencia que tiene al país en un baño de sangre, y que si esto se sigue desbordando, no importa quién o qué proyecto gobierne, al final, estaremos sumidos en el caos; con ello, la producción y el comercio tampoco podrán funcionar, aunado a esto, no podrán contener por siempre este empobrecimiento de la población por más tiempo, si no hay mejoría, tarde o temprano estallarán las revueltas sociales en un natural intento de liberación de los oprimidos.