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viernes, noviembre 22, 2024

Divagando el éter de una sombra

Reportajes

Fer Amaya

Entre chairear y fifiar, opto por lo segundo, merced a ser chairo por desavenencia. Llego a la conclusión que ambas condiciones son exactamente lo mismo, con la diferencia del perfume y la gomina que cada cual se ponen; avón y brailcrim para el uno; chanel y gorila para el otro. Susodichos energúmenos se mueven en la frontera confusa de lo similar pero diferente. Por ejemplo: portan outfits de la misma marca, sólo que, el mismo, lo extrae de la paca, y el no mismo de, por lo menos, el área de ropa de algún Sears o fábricas de Francia.

Son seguidores de Confucio, ambos, pero no en el sentido de la doctrina humanista  del sabio chino, sino de la confusión cuya creación, estrepitosamente, le atribuyó una miss equis. El chairo y el fifí se mueven en esos andenes sin parquímetro, las decisiones de ambos son imprevistas y, así como pueden quemar un templo en gustosa connivencia, también pueden dejar que se disloque un partido político, como si fuera un juego mecánico o el mecanismo de apertura de una puerta aún confiado a las bisagras y a los picaportes.

Habidas las cosas por haber, entendamos las declaraciones y propuestas de los fifí-chairos entronizados en gobernaturas y concejalías, que en realidad son desclaraciones y despropósitos. Por ejemplo, proponen diálogo y no bloqueo, cuando nadie ha referido un método a propósito de resolver determinada problemática. Es decir, se curan en salud para exponer que no habrá diálogo y que el bloqueo, como argucia aristotélica, ahí va a estar, y ellos declarando: “ya ven, teníamos razón, esos son los responsables de la desgobernanza”. Algo más delicado, proponen la paz, más se refieren a la paz eterna, o sea a la de los sepulcros pues, barbajanes al fin, son partícipes distinguidos de los aquelarres y orgías en honor a la doña de los pelitos.

El reto de los nuevos tiempos para aquel que quiera sobresalir en el arte y la polaca, es entrar chairo y salir fifí; aunque habrá quienes no puedan completar la metamorfosis y se les verá en calidad de anfibios deambulando por las pasarelas y desfiles a que la moda obliga. 

En tanto habrán de ejercitarse practicando el poder emulando a los ajolotes que tanto critican, haciendo del hurto su más cara insignia y de la mezquindad su preferencia sublime. Ni tardos ni perezosos harán pacto con Mefistófeles en abono a sus nuevas necesidades: mansiones, autos blindados, vestimenta costosa, pulimentos y mejoras corporales a fin de olvidar su condición de larvas sin beneficio ni provecho.

En la lógica de lo oportuno vendrá el día de la transformación a la inversa, el chairo a fifí y el fifí a chairo, que al fin nunca se enteraron que sólo les hizo falta educarse, ilustrarse y beber leche sapiente en la madre que el destino les prodigó. Tampoco se enteraron de que la verdad no aprieta pero incomoda, y que no hay mal que dure seis años, después de otros seis aberrantes, estólidos, sucios  y patrañeros.

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