Le preguntaron en relación a las críticas hacia su desempeño como gobernante, qué si alguien tenía la razón, los argumentos, y él contestó que nadien.
En relación a los integrantes de su gabinete, se le inquirió sobre el mal comportamiento de alguno o alguna, derroche de recursos, presupuestos inflados; él, con un gesto de impaciencia, reviró que nadien.
También se le refirió sobre la posibilidad que su gestión tuviera sesgos extra políticos, componendas y colusiones con lo indebido y lo inaceptable; de inmediato atajo que nadien puede probar lo improbable, y lo remarcó con un enérgico desplante.
Se atrevieron a mencionar sobre ciertas libertades que se practican en su gestión, tales como el incesto político y la gestoría concupiscente, a lo cual aseguró que nadien puede comprobar semejante embuste, que nadien es hermanita de la caridad pero que tampoco nadien (volvió a repetir) raya esos extremos peligrosos.
Al cabo de tantos nadien un arriesgado se atrevió a preguntarle en relación a su gusto por las palomas, él respondió que eso sí es cierto, sobre todo las mensajeras y jóvenas, que le provocan pasiones, satisfacciones y regustos.
Nadien es la afirmación de una carencia, la muestra sintética de una comisión que no se podrá cumplir, de una investidura que no se podrá portar en beneficio de los demás.
Nadien es hasta natural ahí en donde se afianza un colado o se cierne el barbecho; pero no en el espacio donde, se supone, indica y dispone un hombre instruido, que lleva sobre sus hombros una carga política y por lo tanto histórica. O es la negación de esa instrucción que a todos nos podría favorecer, puesto que los presupuestos que maneja, los inventarios y canonjías de las cuales dispone son atributo de todos.
La confusión de un estado con la ínsula barataria, quizá lo explique todo. Un gobernante con defectos visibles para expresarse y comunicarse está ahí a la vista, no es lo más riesgoso, sino también su predisposición a lo inicuo y a lo deshonesto, a lo vulgar y a lo absurdo. Puesto que, en esa ínsula barata, quienes lo secundan están a ese nivel de ineptitud e incompetencia. Lamentamos que aquí el tiempo no sea veloz, y tengamos que soportar esa inquina media década. Será un tiempo de sequía, de carencias, de frustraciones y desdoro.
Nadie tiene que asumir esos costos que le corresponden a nadien, y a su séquito de malhechores, vivos para el desfalco, el vilipendio y el abuso.
Fer Amaya
