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domingo, noviembre 10, 2024

Tamaro casi diputado y Jefe de Oficina de Gobierno

Reportajes

Le dije a mi madre que por qué tantas consideraciones con Tamaro, si ya lo habían inscrito dos veces en escuelas de nivel medio superior y de las dos se había salido.Ella me dijo que, en los dos casos, fueron las matemáticas.

“No, amá, sino fuera por las mates yo me hago licenciado o ingeniero en un abrir y cerrar de ojos”. El ocurrente Mundo justificaba así su salida de las escuelas, dejándonos perplejos y no muy convencidos. Por eso mi madre dijo que esa era la última, que si hacía lo mismo ya no dependía de ella ni de su responsabilidad. Lo inscribió en una escuela de formación para el trabajo en él área de forja y soldadura; pero qué creen, en el segundo semestre se apareció la materia Resistencia de Materiales, en la cual él álgebra es punto de partida, y ahí tienen al Mundo, otra vez pa’ atrás, pa’ atrás, como dice la canción.

 Así que el Tamaro tuvo que dejar Salina Cruz para venirse a Pto Ángel a servirle de boga a buzos avezados como el Pilo y el Güero Pretel. De boga pasó a buzo después de unos meses de entrenamiento riguroso, llegando a capturar langostas y pulpos casi al nivel de sus experimentados maestros. Se la rifaba el Tamaro trayendo a nuestra mesa lo mejor de su captura.

Por esos días empezó también su oficio de cocinero el Tamaro. Llegó a hacerlo tan bien que, en una ocasión, Mojarra me preguntó qué si no estaba alucinando porque o había soñado o era cierto que su amigo Tamaro le daba la vuelta a los huevos estrellados aventándolos hacia arriba y después capeándolos con el mismo sartén; le dije que no, que en efecto eso hacía con todo lo que freía: huevos, pescado, hotcakes, y más. “Oye Fer”, me dijo, “pues sí que está bien loco el Tamaro eh”. Por esas fechas pasó un amigo panadero de Toluca y, con el argumento de aprender la hechura del pan, Dn Mundo se fue con él.

Estaban en lo del aprendizaje y la venta del pan cuando al amigo le cayeron los acreedores; por haberse gastado el dinero de las ganancias en pachangas y alcohol se había olvidado de cubrir oportunamente sus deudas, así que le levantaron todo, solo le dejaron al aprendiz de panadero, sin siquiera un tostón para volver con nosotros. Por esos días pasó el compadre Paco y mi mamá le confió su pendiente por la imposibilidad del regreso de su hijo andariego. “Comadre, mándele para un jabón zote”, dijo, “Sí, verdad, para que viaje con ropa limpia”, dijo mi mamá; “No”, replicó el compadre, “para que se vaya a Linda Vista a la Central del Tren, monte el jabón sobre un riel y se venga resbalando hasta Oaxaca”. Entre alegre y compungida mi madre dijo “tiene usted razón, Compadre”.

A los pocos días regresó Mundo, no por obra y gracia del jabón zote sino porque tuvo la oportuna ocurrencia de ir a buscar a Rodri, que vivía en la CdMex, en el Pedregal de Sn Ángel. Rodri era un magnífico guitarrista clásico que llegó a Zipolite acompañado de su perra la Rodrigo; Mundo se hizo cargo de él desde que lo encontró en su coche embancado allá por la zona de acceso a la Playa del Amor. Rodri traía una esquizofrenia ya avanzada, y Mundo se encargaba de administrarle un medicamento de esos controlados, el haldol. Como el amigo se resistía a tomarlo, Tamaro se las ingeniaba para disolverse lo en una cerveza corona bien fría que era la predilecta del Rodri. Así empezó a tener comunicación con los padres de este y a saber de su tratamiento, que Mundo resolvía vaya a saber usted cómo y con quien. Llegado el momento se hacía cargo de embarcar al Rodri para que estuviera a resguardo con su familia allá en la CdMx.

 En la ocasión de su extravío por Toluca, Tamaro llegó a la casa del Rodri y fue atendido a cuerpo de rey por los padres del muchacho, maestros de grado en la prestigiosa UNAM. Respecto a su investidura como candidato a Diputado, no hay mucho que decir, porque sólo sus amigos más próximos se enteraron que una vez fungió como tal, más para cubrir las formas que para competir con los partidos consolidados.

Respecto a su papel como Jefe de una oficina de gobierno, si hay un poco más de historia, y tal vez de prestigio, cuando estuvo a cargo de la repartición de uniformes escolares en la zona distrital de Pochutla; se hizo de muchos amigos y eran bien recibido en las comunidades alejadas del área, con la provisión de uniformes, incluido el calzado, que tenía bajo su responsabilidad. En una de esas fue que le llegó a Mundo la invitación como Jefe de Oficina y no como encargado de uniformes; así fue tratado como Jefe, ocupando el lugar más destacado en la mesa de honor y comprometido a decir unas palabras al final del programa. Después con esa característica fue llevado a ocupar la mesa principal en donde le sirvieron un rico estofado de carne de monte acompañado por deliciosa agua de coco, porque a esas alturas el señor ya era abstemio y guardaba las formas. “Oye, Edmundo,” le pregunté cuando me mostró la invitación al evento, “¿no les aclaraste que tú no eras el Jefe de la Oficina?”, a lo que me respondió que sí, pero que los profes y padres de familia le dijeron que eso no importaba porque era a él a quien conocían y no al otro.

Aquí doy fin a este relato y dejo pendiente otro en donde Tamaro hizo la función de Promotor de Cultura, a falta de alguien a quien investir con ese nombramiento.

Fer Amaya

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