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viernes, noviembre 22, 2024

Breve oración por el cielo de mezcal

Reportajes

César Rito Salinas

Y el cielo que está sobre tu cabeza será de mezcal, caerá gota a gota, recibirás el fresco de la tarde junto a un crecido lago de mezcal. Te inundará el aroma que carga la llave de tu memoria, el espacio que percibiste en la infancia, donde el tiempo guarda el olor a tierra mojada.

Los montes poblados por una selva baja anticipan el mar. La tierra se incendia en soledades. Para octubre todo es canto.

Revienta el verde, los plenos poderes de la vida regeneran anhelos y esperanzas. Los rostros emergen del cerro nebuloso. El agua cae oronda sobre ramas del huanacaxtle, como la solidaridad repentina y contundente, inesperada.

En la gente sencilla moran las palabras que se dijeron en otro tiempo y nos dieron la tierra. Desde la lejanía brumosa se presiente el mar; anticipamos el rigor de las jornadas salinas, la brevedad dulce del fruto del almendro, la sed.

De las palabras que se nombraron y nos dieron la vida, de aquellas donde venimos, de las que nos nombran y logran que seamos.

Lo que anticipa el mundo baja por estas laderas, convoca a las horas, el canto de las aves, el andar breve y ceremonioso de las mujeres; sonrisa franca de los hombres, la amistad sincera. En esta tierra las nubes que descienden hasta casi tocarlas, reparten bendiciones a flora y fauna y el mundo que antes ardía en calores y desgracias vuelve a ser un sitio posible, habitable.

La palmera, generosa, saluda el paso del viento fresco como quien rinde homenaje a nuestras deidades.

La promesa del adobe está en el rojo de los tejados y el blanco de los muros se levanta. Las casas donde moran mujeres y hombres dedicados al trabajo cotidiano, trabajar la  tierra con esfuerzo y sudores.

El viento corre por estas calles, entre faldas y casas, tejados y árboles, trenzas. Entre personas que guardan un saludo cordial para el extraño que llega por vez primera al pueblo.

En el monte cunde el canto del zanate y el hombre se prodiga en la milpa mientras la rosa aguarda en la ventana sincera.

La llegada de una mano generosa que la corte y la deposite en los cabellos perfumados de la mujer.

Canta el mezcal, se agita sobre ramas frágiles que se mecen en el sueño los desesperados, los que nada tienen y nada esperan. Cielo del mezcal, por favor alumbra la tierra de los tristes.

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