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jueves, septiembre 19, 2024

Por la colonia San Juan, frente a la Técnica Pesquera

Reportajes

César Rito Salinas

Uno

En octubre, su luna alta que ilumina el valle regresa el retumbo de las olas en Plata Abierta, colonia San Juan, en el puerto de Salina Cruz. Los recuerdos de los días de la adolescencia son gratos porque vuelve la voz de los juegos, los amigos; recordar la voz del mar vivo puede ser el umbral de la angustia.

La espuma avanza montada en el lomo de las olas, forma una repetición que puedo ver desde la arena.

Digo en lo bajo “ola” y una brisa toca mi rostro, la sal recorre mis labios, se deja caer sobre mis hombros.

Cuando digo “trece olas, suerte” ya estoy dentro del mar, agito los brazos como dentro de la panza de un caballo; todo flota, burbujeante, cabalgo, estoy dentro del caballo, escucho el ruido de los gases en digestión, la materia que se desintegra.,

Mi cuerpo mismo flota jalonado por las corrientes (me hundo), no hay palabras que se puedan decir dentro del mar porque no he nacido aún. El mar nunca se calla, repetición tras repetición dice un nombre que al inicio se le olvida y vuelve a intentarlo por los siglos de los siglos.

Sobre las corrientes de la espuma blanca el mar trabaja entre la sed, dentro de la necesidad, como el desierto.

Dos

Al inicio de la temporada vacacional de Muertos, las calles del centro interrumpidas por la obra pública, los puestos del mercado a media calle, las mesas trepadas a la tarima como mujeres perseguidas por lagartijas.

Las moscas caminan en círculos, sobre cuadros rojos del mantel. Ella lloró al momento en que la joven del mandil puso los platos de barro sobre la mesa.

Lo recuerdo, como un salmo aprendido en el templo. Era la mano de su padre entre sus calzones, dijo, una noche de su infancia. “¿Cómo se puede derrumbar un héroe?”, preguntó. Yo hablaba de lo cotidiano puesto en el poema.

Hablaba del carácter de la mujer que se arrodilla para hacer la cruz de flores en el velorio de su padre.

Cómo esa mujer se postra frente a la copa de aceite y agua, el triángulo de corcho, la hoja de lata, el pabilo encendido, la dilatada luz de los muertos que flota ciega para ofrecer respeto al dolor y dar compañía en la desesperación.

La mujer se hinca frente al muerto con el mismo pudor con el que lava su cuerpo frente al balde de agua, en la noche del velorio.

Tres

Los recuerdos navegan, se entrecruzan como la corriente que anima las olas en Playa Abierta. La mar viva cobra vidas, en sus corrientes navega la desgracia.

Presto oído a las olas, me entero de historias, de angustias. El mar arrastra historias, nunca detiene su voz que se entremezcla con las olas, la espuma blanca que atrae y enamora, su sonido como de corazón enamorado resulta una trampa.

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