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jueves, septiembre 19, 2024

El tiempo del sueño

Reportajes

César Rito Salinas

Los sencillos placeres del pobre, sacar el brazo por la borda, rozar el agua con la palma de la mano mientras el bote boga lento sobre la corriente marina (mi abuelo Juan tenía una panga y salía a pescar en la madrugada, tiraba el chinchorro en las aguas sucias del antepuerto, lo acompañaba mi padre a la edad de ocho años, todo esto era una labor poco grata para un niño que sólo desea ampliar el tiempo de su sueño).

Navegar con los ojos puestos en las estrellas, contemplar la noche alta y olorosa como cabellera de mujer.

La luna en el mar, tinaja de agua.

Imaginar que se puede predecir el futuro, abrir las manos, cerrar los ojos y abandonarse a la respiración honda, de bajas pulsaciones, llenar de aire la sangre para que el oxígeno inunde la cabeza, los pliegues del cerebro en espera de una imagen, una respuesta que te diga del tiempo por venir.

La gente pobre necesita saber su futuro para no abandonarse en las aguas de la desesperación, del tiempo adverso cargado de desgracias.

Pacheco dice que la poesía acorta el espacio entre lo que se dice y se quiso decir. La poesía es ese territorio acortado. Cambiar el sentido de las palabras, marcar el papel por unas flechas que unen y desunen el signo.

Rotar la piedra (a veces piedra a veces roca), unir las letras, hacerlas una. Porqué el por qué. Vuelta y coma, corchete. La x en la coma. La escritura toda como signo que pasa entre los ojos lectores Cambiar la d por la t. Cuando, cuanto. Borbotón alegre, escritura acuática que se reconfigura permanentemente. Giro rotundo, exacto, vivo, territorio donde las palabras suceden. Sol y luna entre los ojos, eclipses encendidos.

La eternidad ocurre sobre entre lo perecedero.  Papel que flota con tachaduras y flechas giratorias.

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