No se por donde empezar
para armar mis calaveras,
y que me salgan sinceras
con ganas de jorobar,
y como no es pa ganar
ahí les voy con la primera.
Este era un santo varón
que el destino nos dejara,
su apellido pues fue Jara
y su nombre Salomón:
un retrete en el panteón
la huesuda le depara.
Con ese aire de inocencia,
de secretos secretaria,
se murió de una malaria
esa fue su penitencia.
¿saben si tiene conciencia
la Delfina voluntaria?
Y aquel junior que de apodo
es llamado Chaberlín,
ya lo tiene en su patín
la calaca para el lodo,
porque no pudo ni modo
gobernar para su fin.
La Karina, que tres palos
recetó a sus seguidoras,
es malandra a todas horas
sin tapujos, con Barón,
que la han visto en el panteón
conquistando a los maloras.
Y de aquella, no se diga,
Saycretaria de paseos,
silicón de los museos
que la muerte la bendiga,
pues con ella se atosiga
en su sórdido ajetreo.
Ser indígena nos es prueba
de inocencia comprobada
y Julián no entiende nada
de decencia pues, la hueva
de sentirse gente nueva,
se lo lleva a la fregada.
¿Y sabrá porque instituto
si ya hay secretaría?
en el tema que fingía
resolver con exabrupto,
evangélico corrupto
el Montero ya es sequía.
En meteórica carrera
la chamaca se desliza,
las pretensiones de Elisa
terminaron en madera:
pues metida en un cajón
ya la llevan pa’l panteón.
Y pues unos ya se fueron
porque quieren merecer
lo que no pueden saber
porque nunca lo supieron,
el tal Nino y la tal Laura
comparten el mismo agujero.
Para muestra creo que es mucho
de esta infame gusanera,
y como eso desespera
con el pueblo marcho y lucho,
si hay por ahí otro más ducho
¡pues que se eche la primera!
El Mago Flores