César Rito Salinas
La gente que lee pide frescura, inocencia en el texto, el hombre que escribe desea mostrar saberes, influencias, lecturas.
Esta afirmación nos brinda la oportunidad para aproximarnos a uno de los secretos más caros de la humanidad, la comprensión lectora.
Existen caminos secretos para unir geografías distantes.
La idea es acercar lo lejano, lo que inicia el recorrido, porque no se reconocen cercanías subterráneas, submarinas, aéreas.
Somos especie que genera su propia locomoción.
Los elementos que emergen hacen énfasis en la distancia. Esta condición, la distancia entre dos puntos, arma las posibilidades de arranque del texto, establecer relaciones ocultas, develar.
Metáfora. Navego entre subrayados rojo, azul y amarillo en las páginas de un libro. Para iniciar el viaje necesito ubicar el sitio del recorrido, la empresa.
Existen muchos ejemplos para aclarar la idea que concreta la comunicación, quisiera poner aquí una concreta, próxima. El sofá plegable que me espera a media sala.
La extensión eléctrica se oculta en la parte baja del sofá, de tal forma que al recargar la espalda accionas el mecanismo sobre un eje y esto acciona, a su vez, casi inesperadamente, la pieza oculta en la parte baja que sube y descubres tus pies a una altura no mayor de cuarenta centímetros arriba del suelo.
Mantener la posición elevada sin tocar el suelo genera dicha, te mantiene como infante montado en el columpio que mira el piso desde una distancia manejable. O adolescente montado en martillo mecánico. El sitio de la empresa está en un lugar alejado de la tierra, el sofá con la extensión elevada.
Surge la pregunta, ¿cómo llegó el sofá a mi vida?
Las preguntas que nos hacemos forman la expresión de la idea, en el cerebro se realizan operaciones múltiples que nos entregan el sentido del texto delído sin que nuestro propósito sea el “descufrar” aquella comunicación expresada en el texto.
Uno lee mecánicamente, la lectura forma parte de una habilidad aprendida, pero ¿comprendemos lo leído? Para mí que para realizar la lectura solo necesitamos un espacio propio, una atmósfera donde se desarrolle plenamente nuestra capacidad.
Puedo decir que para comprender la lectura se requieren capacidades externas que hagan emocionarse al cerebro y presentarse en ese momento con todas sus capacidades y habilidades plenas.
Quién lo diría, para leer y comprender solo necesitamos un espacio propio, un banco, una esquina, un sillón que nos regresa a la atmósfera que vivimos en la infancia.