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sábado, noviembre 23, 2024

Vulcanizadora Reyes, el muro que registró la crónica imposible

Reportajes

César Rito Salinas
Conscientes de que a veces es posible
ver demasiado, la mayor parte de los porteros
de Nueva York han desarrollado un extraordinario sentido
de visión selectiva: saben qué ver y qué pasar por alto.
Gay Talese, Honrarán a tu padre

La imagen circuló por todo el mundo. En medio de un páramo, junto a la carretera, el cuarto de concreto se levanta junto a la enramada: Vulcanizadora Reyes, el muro donde la policía se parapetó durante el combate de Nochixtlán.
Uno
Ponga usted en este inicio un piquete de policías federales en asalto.
Velocipedista, el poema es un elefante que se mueve entre la compasión y lo sagrado.
Yo tenía un auto, era el auto del superhéroe.
Un día, al salir del motel, le volé la tapa al cárter.
Yo tenía un gato, se lo llevó septiembre entre sus aguaceros.
Para escribir la crónica del combate habrá que hablar como se habla con el auto, como se habla con un gato
¿Cómo se habla a un gato? Nunca tuve uno.
Al momento en que escribo se cruzan las letras en mis ojos.
Ella me protege de ella misma. Conozco la hora del Diablo, cuando aparece en su frente como cicatriz de la infancia. Mi cerebro se despega, toma vuelo, llega a observar mi cuerpo al momento en que escucho música y escribo.
Tundo la máquina.
Tú me esperas en el fondo del agua; aunque lo sabemos bien que entre los dos no habrá encuentro posible. Antes de escribir la crónica será necesario pedir suerte a las estrellas para que cada sílaba de las palabras escritas caiga en la caja correspondiente, justa, y vibre la sombra, el sol, la madera; mi alma.
Como tablero de las canicas, en la feria del pueblo a principios de año.
La banda enamora a su novia con narraciones de Bob Esponja.
Rojo y negro. Los colores de la contradicción. Como las protesta y sus banderas.
Escribo sólo para comprobar que la adicción al alcohol no destruyó mi cerebro. Traigo agujeros en el alma.
Uno debiera poner el nombre de los poetas a sus animales entrañables.
Al escribir mis ojos bizquean, esto es algo que no puedo evitar. Retuerce el aire hasta que Don Cerebro te haga bizquear. La escritura es una ecuación neuronal que no se logra sin un profundo esfuerzo, retuerce tu cerebro Velocipedista, el corazón es un reloj que camina dentro de tu cráneo.
La tarde corre sobre los trenes.
Llegará el silencio, la imagen precisa. Que venga el Diablo, nadie mira bajo el sombrero donde asoman los ratones.
En la noche el edificio que contiene al jardín que contiene al árbol que sostiene al cielo que aúlla arde entre desde los cimientos. El muro puede llevar algunas letras, Vulcanizadora Reyes, por ejemplo.
Hay un sentimiento de rabia entre nosotros, que nunca duerme mientras que pela ojo, el muy cabrón.
Para que la escritura no se detenga será necesario restar peso al instrumento.
Las teclas, las hojas, la pantalla. El lápiz. La roja lengua humedecida. Los suspiros intentan vestirse para esquivar la censura.
Escribe y olvida, los que escriben y recuerdan son fantasmas.
La luna sube desde el pescuezo de los perros.
El juego de los espacios contenedores.
Los barrotes oscuros resisten el peso del cenzontle. Cuando amanezca diré tu nombre. Lo sustantivo. Lo que pertenece. El sujeto. El objeto. El complemento directo. El signo. Lo que refiere. Lo que relaciona. Ésta no es la tierra del verbo. Aquí no tenemos memoria de la acción, Vulcanizadora Reyes.
Winnie Poo juegan con los Niños Héroes en el periódico mural, lo saben los conserjes, los profesores, las directoras, los supervisores de zona.
En la calma eres como la bendición de mi madre cuando me marcho.
Que nada ni nadie robe tu atención, ni el gobierno, ni la política, ni la policía, la puta policía -bien lo sabes, para existir en esta tierra de infortunios habrá que conservarse rebelde o te roban el alma.
En el fondo del plato la sardina avanza grandes distancias, como si estuviera en los mares del cielo.
Cuando ella suspira sus labios guardan la humedad de mis ansias. A ella le hablo del perro que tuve en la infancia. Ella me habla de su padre.
Dos
Acá matan a los que protestan.
En el camino me enamoré de la vaca que hacía el regreso al pueblo -en el atardecer-, junto a la vulcanizadora.

  • Puedes pedir la declaración a la vaca -dijo el jefe de redacción.
    Tres
    Todo el fuego de sus ojos sobre la tarde.
    Ella, la vaca, rumiaba mentadas contra la policía. Tres estómagos, tres. Tres peroles del resentimiento, encono triplicado. Tres fábricas de tirar pedos sobre el asfalto.
    Se tirabó la gran mierda en el camino, mientras el fuste de su cola imprimía su venganza sobre las moscas.
    Vulcano.
    Toda su amplia maquinaria de procesamiento de gas butano sobre sus ojos, que contemplaban la tarde mientras masticaba su maldición a la policía.
    La vaca que anda el camino de la tarde junto a la Vulcanizadora Reyes.
    La pila de agua. Birlos, pivotes, el acero sobre las herramientas que facilitan el trabajo.
    Mientras la rueda duerme junto al camino.
    La rueda sobre la que se traslada el mundo. El camino. En la tarde, contra la luz del sol poniente nacían de la tierra casquillos de armas largas, que la vaca pinta cagaba con singular placer mientras la cola hacía girar el nombre los agresores. Puta policía.
    La mentada en lenguaje de la política, encriptado.
  • ¿Yo?
  • Yo andaba cazando mariposas en el camino.
    Cuatro
    Habrá que sacar a conciencia los gases del cuerpo.
    Los cirróticos mueren entre las aguas del extravío, con los ojos muy abiertos como atacados por espectros.
    En la agonía no reconocen a nadie, ni a su madre ni a su amor. ¿No debería escribir aquí “el último suspiro”?
    Morir, el trámite de, es locura.
    Sin orden lógico. ¿Por qué lo impostado, lo sobrepuesto debería ser incluido en el hecho? El último suspiro. Los cirróticos enloquecen por la contaminación de la sangre con amoniaco. Falla hepática. Sólo producen gases que fluyen como salidos de tres estómagos, como vacas que navegan en aguas profundas.
    Los cirróticos en agonía son rumiantes de los hechos del pasado.
    La sangre contaminada sube al cerebro, borra la memoria. El gran problema será en reducir las proporciones de amoniaco en oxígeno dentro de la sangre, la fórmula.
  • ¿No debería existir un poco de compasión?
    ¿Para qué quiere la gente conciencia de su propia muerte? Compasión: tener un poco de compasión: no dejar al próximo cadáver solo en el tránsito de la muerte frente a su madre o la vaca pinta.
    Él bebió alcohol toda su vida, será mejor dejarlo con la desmemoria.
    Los espectros salen a la carretera a disfrutar las últimas horas de sol.
    Purple pink.
  • Si, entiendo. ¿Pero cómo evitar el vuelo de la mosca sobre la mierda?
    Acá no pasó nada, ni Peña ni Gabino fueron a dar con sus huesos a la cárcel.
    Pero está el muro, con sus lentas letras góticas: Vulcanizadora Reyes.
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