Por Rodrigo Islas Brito
“Es una obligación de las autoridades delimitar áreas donde ya no se pueda construir, nos estamos acabando los pulmones de Oaxaca. Gracias a eso estamos viviendo ya una crisis de agua brutal. La explotación de los bosques es resultado de una mancha urbana que se multiplica anárquicamente y sin control alguno por parte de las autoridades. San Felipe del Agua, hoy es San Felipe sin agua, con pipas que suben y bajan todo el tiempo”.
Declara Nazario García Ramírez, veterano activista ambiental, integrante del Colectivo de Organizaciones Ambientalistas de Oaxaca. Expone que hoy el mayor desafío ambiental para la ciudad de Oaxaca se encuentra en el cerro del Crestón y la posibilidad legal latente de que sea objeto de un cambio de uso de suelo, que le quitaría su estatus de área natural protegida, y permitiría la construcción de fraccionamientos y la instalación de servicios de luz y agua para los pobladores con vivienda que ahí ya existen.
Nazario apunta que gracias a la presión social sobre el tema, el Regidor de Imagen, Desarrollo Urbano y de Obras Públicas y de Centro Histórico y Patrimonio Mundial de Oaxaca de Municipio de Oaxaca de Juárez, Pavel López Gómez, ha bajado de la consideración del cabildo capitalino, un punto de acuerdo para dejar sin efecto el acuerdo 001/CU/2021 que suspendían los cambios de uso de suelo en las reservas naturales de la capital del estado.
Asegura que este no es un problema nuevo, que lleva más de treinta años y que solo ha seguido creciendo por omisión de las autoridades. El activista, al que el mencionado López Gómez descalificó asegurando que él y otras dos personas son “los mismos tres ecologistas de siempre”, recuerda que un decreto de 1992 nombra al cerro del Crestón y otros tres lugares como zona natural protegida. “No se ha aplicado la ley de 48 hectáreas, se han perdido la mitad por invasión de predios en un juego donde los ejidatarios de Guadalupe Victoria se asumen como los dueños absolutos”, asegura el ecologista.
Explica que el decreto es muy ambiguo, pues las colindancias abarcan hasta el hotel Fortín Plaza, Tierra blanca y otras colonias donde la gente compró de buena fe y la autoridad no les dijo aquí no puedes construir, pues es un área natural protegida. Suma que “es una mentira eso de que los ambientalistas queremos quitarles sus casas a quienes ahí viven. Hemos propuesto soluciones, un plan de ordenamiento territorial, con un área donde se puede construir, un área dedicada al cultivo y un área natural con bosques a lo que ya no se pueden tocar para nada”.
Sobre esto último, cabe recordar que hace unas semanas, un grupo de ejidatarios de Guadalupe Victoria hicieron acto de presencia en una conferencia de prensa del activista y presidente de la asociación Colmillo Blanco, Carlos Morales, quien había solicitado mesas de trabajo a las autoridades municipales para evitar construcciones en la zona en conflicto. Con los ánimos bastante caldeados, los ejidatarios acusaron a Morales en el patio del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca, de obedecer a intereses poco claros y querer despojarlos de sus legítimos derechos de propietarios
Por lo pronto, en la zona en disputa existen ya una numerosa y aún incierta cantidad de casas construidas y habitadas por gente que vive sin los servicios elementales y que una y otra vez se han manifestado abiertamente en el cabildo municipal porque estos le sean dados por una autoridad que les ha dicho una y otra vez que un decreto de 1992 se los impide.
Para estas y demás aristas sobre este tema, Nazario García Ramírez y otros tantas y tantos involucrados en el tema, tendrán una opinión y un análisis en los siguientes números de esta entrega
