César Rito Salinas
Mansa, calladamente acepto: El jugo de limón es la única posibilidad que tengo para hacer un mundo mejor.
Por las mañanas despierto para celebrar la voluntad reproductiva del limonero. Si no fuera por las hormigas que me declaran la guerra dormiría a la sombra del limón.
Algo de lágrima tiene el limón, algo de seno materno. Hacer en la mañana del calor el agua de limón es deponer las armas, hacer familia, el limón hace gente,
su aroma invita a conservar la vida, creer en las fuerzas del destino, su forma recuerda lo más amado de la mujer deseada.
Hay un hombre en la luna.
Un astronauta sentado en el sillón mira fijamente el paisaje nocturno por la ventana. Hay una carta sin remitente que flota en el espacio. Hay esbeltos paraguas travestidos con falda la cintura, arrastrados por el viento del puerto. Hay nubes que entonan canciones tristes, una guitarra en llamas que navega en la noche de agosto.
Hay hombres que saludan a las estrellas y espectros que saludan a los hombres. Hay un corazón que late desafinado junto al río del punto final. Hay una fecha que indica el tránsito de los amores. Un cartel que dice “Prohibido Estacionarse”. Hay una lupa que incendia la cabeza de los puntos suspensivos, los paréntesis. Hay un trébol de cuatro hojas que enamorado persigue esbeltas estrellas de mar.
Hay autos con pasajeros que escapan de un incendio. Hay un pollo gordo con alas ridículas que busca su nido. Hay tazas con bostezo que dicen la buenaventura.
(…)
La lluvia que cae oscura sobre el paisaje urbano, raquíticas antenas de televisión, cables y tinacos, desnudos tendederos, azoteas que escupen envases de vidrio hacen crecer al limonero. El limón es la joya en los espejos de las tiendas departamentales. su figura compacta en el espacio aséptico nos recuerda al campo lejanos.
