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viernes, septiembre 20, 2024

La casa junto al camino

Reportajes

César Rito Salinas

Planteamiento/Desenlace.
Existe un desplazamiento, algo que avanza del interior al exterior
¿Lo puedes ver?
Que no lo puedas ver no quiere decir que no exista, lo puedes sentir, que ocupa el espacio dentro del pecho o atrás de los ojos y -al final- termina por estar visualizado (no como cosa tal, como un objeto, sino a manera de una representación. Un desplazamiento, la velocidad ocupa el espacio cuando irrumpe; y, al final, su nombre se representa con algo que asume la presencia de la cosa creada en el lenguaje pero que no es la cosa).
Algo que termina frente al individuo.
¿Recuerdas las ganas de vomitar en la gran cruda?
¿Aquéllas que forman las tan temidas hernias esofágicas de los alcohólicos consuetudinarios? Bueno, tampoco esas ganas las puedes ver, ni se pueden representar (¿hay algo más irreal que los ojos sudando, perseguidos por el demonio de la deshidratación que provoca la cruda?).
Así, lo que avanza de dentro hacia afuera y quema y forma aquello que tú le pondrás un nombre.
Conflicto=Solución.
¿Y el ánimo?
¿La espiral genética sigue el planteamiento del arco narrativo?
¿Dónde quedan las intensidades? ¿Son cubos de gelatina que tiembla frente a nuestros ojos en el plato?
Visualizar y visualizarnos, el mundo de los juzgones.
¿Dónde queda lo íntimo, lo secreto, lo no dicho?
Porque en la ecuación, un sistema de vectores, también existe lo no nombrado que llega a la manera de una canción popular extranjera que se canturrea sin saber su traducción.
El mundo salvaje de lo inefable.
Lo que por salvaje nunca se podrá decir. La existencia sin palabras.
El aire, su carga de eléctricas miradas.
Dos
Los cuernos del crucificado. ¿Habrá ya notado las espinas que coronan a Jesús? Las puntas de las espinas parecen cuernos que brotan de los cabellos, como algo que ocurre sin que ese algo quiera ser notado. Algo propio del Redentor, su rostro coronado de espinas, tres hiladas de ramas con espinas.
Ensangrentado.
La imagen espanta. Parece el rostro del vecino que fue atracado en la esquina por una banda de enmascarados.
La imagen resulta próxima, por cotidiana. El rostro de Jesús parece gozar con las espinas que hieren su frente. ¿Habrá notado el placer en el rostro? Esa imagen que nos acompaña desde la infancia, forma la narrativa del bien y del mal, su lucha.

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