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viernes, septiembre 20, 2024

Algunas formas para adivinar el futuro

Reportajes

César Rito Salinas

Los solos van por el mundo condenados a besar sus propios labios necesitan, requieren poseer la forma para interpretar los días del porvenir.
Contaré dos historias.
Uno

  • ¿Cómo lo supo? Me muerdo los labios cuando estoy nerviosa. –dijo ella.
    Carne de mi carne, a la hora en que nadie me observa en el camino de vuelta a casa, al terminar el trabajo me beso.
  • ¿Un novio dice?
  • Si, nada serio. Un novio, sólo para besar labios ajenos.
    A veces uno se cansa de besar fantasmas.
    Los besos del solo.
  • ¿Deseas al presidente municipal?
  • ¿Al presidente? Lo veo como un hombre solo –dijo ella-, los políticos siempre están solos, ha de ser por las culpas que cargan.
    Dos
    Soy un pastor de lápidas, ¿puedes imaginarlo?, saco mi rebaño a pastar en la madrugada. Las lápidas producen lana blanca con la que elaboramos nuestra ropa, como si fuera los prados libres de la montaña.
    Mi obligación es sacar a pastar a las lápidas bajo las estrellas, ya en la madrugada; en el grande cementerio se observan a las lápidas correr como mujeres desnudas con los senos empitonando la luna.
    Para eso me pagan.
    Hago mi trabajo por dinero. El dinero me sirve para alimentar mi cuerpo y al día siguiente echar la gran cagada al amanecer, muy temprano, casi a la hora en que canta el gallo. La defecación del estómago saciado. El dinero me produce un doble placer. Comer a dos cachetes hasta hartarme y cagar un buen tramo de larga y pesada mierda. No hay mayor placer obtenido del dinero que sacar la gorda mierda, efectivamente abundante. Kilo y medio. Una cagada donde se pueda leer el futuro.
    Por eso pastoreo las tumbas. Para obtener dinero y satisfacer a la máquina de hacer mierda. La Cagada Pétrea. La que siente el culo cuando se abre como si cagara piedras. Bolas gordas de piedra negra. La mierda del crudo de mezcal. Pestilente como la que más. Todo el dinero del mundo está en la producción de la pesada mierda.
    La historia secular es la historia del retrete. Yo me cago entre las lápidas, al aire libre; yo enseño el culo a los muertos, el agujero peludo en señal de respeto. Todos los muertos vestidos de nobleza por la muerte me miran.
    El acto realmente digno, el mostrar la naturaleza a los que ya no tienen vida; esto contra la visión miserable, ciertamente avara, de encerrarse a echar la gran cagada de los explotadores en el gabinete construido con el sudor y el esfuerzo de las pobres gentes.
    Si, aspirar los propios pedos con el gusto pleno de no compartir los bienes de esta tierra con nadie.
    Lo único que le envidio a los ricos es el culo que goza con tanta mierda, gorda y grasienta, que remolinea en el fondo de la taza (el narrador brasileño Rubem Fonseca afirma que en la taza del baño se puede leer el futuro, al mirar la forma en la que se enrosca la mierda entre el agua se puede interpretar el destino)..
    Él le recomendó a la joven buscar un novio, nada serio, para ya no besar los propios labios al entrar la tarde en el instante en que los conductores encienden las luces de la máquina que avanza por la carretera.
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