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viernes, octubre 18, 2024

Bajo la sombra de las llamas arden los hermosos árboles

Reportajes

César Rito Salinas

Toda la infancia cabe en el filo de la banqueta donde se rompió mi pierna cuando huía de una muchedumbre que quería lincharme por robarte un beso, a la salida de la escuela.

Hospitalarios espejos.
La culata del rifle arde en el fogón, la lumbre.
Al perro le hicieron maldad, busca su cola. Loca, ¿usted muerde? Las mujeres andan de luto. Los tiempos de espuela y el caballo están de vuelta. El calambre muerde la pantorrilla de los amantes. Los hombres fijan químicamente la esencia de las flores, las fragancias. En la alcantarilla abierta brotan ramos de sauce, un grueso tronco impide el paso. ¿Eres un hombre malo? No, María Antonieta Guadalupe Maribel Caperuza González, soy el lobo, pero en el pueblo todos me conocen por Aristeo Juan Feroz.

Ella preguntó cómo te acercaste al juego en la maquinita del dinero. La fila de hormigas sube, busca la miel en el borde del mingitorio. Le dije que alguien comentó del callejón de las putas, donde instalaron las primeras maquinitas. Recuerdo aquella tarde, ni siquiera hablaban conmigo. Las putas recargadas en el muro me dijeron que las cocineras jugaban a pescar dinero al terminar sus labores. Las cocineras trajeron a los músicos, son gente que arriesga; los músicos a los muertos de hambre, yo andaba entre ellos. Todos buscamos dinero. Siempre quise pertenecer a una organización del crimen.

¿Por qué te acercas al juego de las maquinitas?, insistió ella.
___Los aeroplanos atacan tu nombre mientras trece hombres rapados sirven el rancho en la penitenciaría del estado-, dijo Aristeo Juan Feroz, antes que la luz de la vela se extinguiera.

La palabra melancolía dobla la esquina del palacio municipal, en la tarde cuando las jóvenes juegan volibol.
La luz se unta a sus cuerpos, rojos pantalones cortos; azules (el equipo y sus contrarios forma un grupo, una unidad, la misma cosa). Doblo la esquina, otras mujeres venden cena. Aquí la palabra melancolía toca el cuerpo azul de la palabra amargura. ¿Quién designa la amargura en este mi regreso al pueblo donde nacieron mis padres? Me divido entre las dos palabras, melancolía y amargura.

Este será mi tiempo de dos palabras y sus significados. La melancolía, este padecer el gozo de lo pasado; la amargura, la hiel simple que sube hasta los labios en cualquier momento, por cualquier ánimo, hasta sacar el gusto.

En los dos vocablos está Dios y la ausencia de Dios. Mi persona vuelve a este sitio de la infancia. Estoy de vuelta de la enfermedad, del vicio, del amor y su escritura. Escribo porque deseo el reconocimiento de mi padre muerto; regreso a la tierra de mis padres con dos vocablos en el bolsillo, melancolía y amargura.

Está aquí la tarde y el grito de las muchachas que se levantan en el aire tras el balón, como si llevaran alas en los tobillos, nalgas y espalda traspiradas, alcanzo a oler sus cuerpos; el vientre plano como un muro.

En la amargura mora el miedo viejo que viene desde la infancia. En la melancolía está el fantasma que aparece cada tarde, Dios está en el instante en que los autos encienden sus faros al entrar la noche, la tarde bermeja.

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