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jueves, noviembre 21, 2024

Calle Guerrero: los muros cuentan historias de abandono

Reportajes


César Rito Salinas

1
El martes Zavala hizo la entrevista en Código Nahual a la chica que elabora aretes, sus diseños los soluciona en cerámica, “un trabajo lento y laborioso”, dijo la joven.
Terminada la entrevista, de una pequeña maleta de mano sacó algunas muestras de su trabajo: pudimos ver delicadas formas, justa selección de tonos, colores: en el juego de aretes se transmite equilibro, con su forma comparte cierta expresión de la serenidad; la extraña forma de protesta, se arraiga en la memoria -quien mira el juego de zarcillos jamás los olvida.
2
__Voy para Periférico, ¿te queda? -dijo Zavala.
Mediodía con sol. La cantera verde respira humedad, sueña con el agua que trajeron las lluvias de las últimas semanas. Con este tiempo, en ciertos días de calma, quien recorre las calles del centro extraña el bullicio que arrojan las marchas de protesta.
__Agarro la lateral bajo el puente -dijo Zavala.
3
Calle Vicente Guerrero, Zavala había pedido variar las imágenes que acompañan la colaboración para Estado 20. La reproducción e las obras de arte en el espacio de las noticias marca una suerte de enfado, repetición. En la esquina de Periférico con Guerrero me animé la idea de caminar al centro –hacer el camino de regreso para tomar fotos que me pedía que me pedían en el sitio de las noticias.
4
Ver es migrar.
El que migra -al sumirse en el viaje- elabora la narración.
En los primeros metros llegaron las preguntas:
¿Quién narra?
¿Desde dónde se narra?
¿Cuál será la historia que será revelada?
5
La imagen quema: arde en llamas y nos consume. ¿En qué sentidos, obviamente plurales, hay que entender esto? Aristóteles comienza su Poética con una constatación fundamental: imitar debe entenderse en sentidos diversos, distintos. Se podría decir que la Estética occidental nació de esa distinción. Pero la imitación, como es bien sabido, va de crisis en crisis (lo cual no significa que haya desaparecido, que se encuentre caduca o que ya no nos concierna). Así, habría que saber en qué diferentes sentidos arder representa hoy, para la imagen y la imitación, una función “paradójica”, o mejor aún, una disfunción, una enfermedad crónica o recurrente, un malestar en la cultura visual.
Los sismos que azotaron la ciudad en 1870 y 72 cambiaron el rostro de las calles. En el primero se cuarteó el techo de catedral, en segundo derrumbó lo que ahora conocemos como palacio de gobierno y los barios de Jalatlaco y Trinidad de las huertas.
La reconstrucción fue lenta, penosa.
Algunas familias, antiguos propietarios se marcharon, la ciudad en su lado poniente quedó en ruinas.
La desgracia nunca llega sola, llama a más desgracias. Entrado el siglo XX llegó el sismo de 1931, pegó fuerte, eran las 6,50 de la tarde del 14 de enero cuando el mundo se vino abajo.
Con el sismo huyeron de la ciudad más las familias, que dejaron todo para marcharse lejos de la tierra que tiembla.
Oaxaca volvió a reconstruirse. La ciudad desplazó hacia los terrenos del oriente, en los aeropuerto -por los rumbos del hoy parque de béisbol Eduardo Vasconcelos-.
los trabajadores de la construcción. Ingenieros, arquitectos, fundaron lo que ahora se conoce como Colonia Reforma, San Felipe, La chihuelera.
Los sitios donde habitan los oaxaqueños de hoy, que en otro tiempo fueron señalados por sus vecinos como avecindados.
De los muros de adobe que permanecieron en pie luego de los tres grandes sismos, se levantaron las nuevas viviendas.
En el recorrido de Periférico hacia el Centro por la avenida Vicente Guerrero, nos dará la historia de la Oaxaca que, herida de muerte por los temblores, resiste.
Didi Huberman en Lo que vemos, lo que nos mira nos dice que aprendemos a ver en la infancia, cuando alejados de la madre, en su ausencia, contemplamos con admiración los objetos que nos rodean. La imagen más simple forma en nuestros ojos “una herida”, vemos para cubrir esa herida, la ausencia de la madre.
Hasta el momento que lo que se ve se abra de improviso. Alcanzado por algo que, en el fondo o desde el fondo-, lo hiende, lo mira. La imagen más simple, sin duda: pura acometida, pura herida visual. Pura posición o desplazamiento imaginario. Pero a sí mismo un objeto concreto -bobina o muñeca, cubo o sábana- justo expuesto a su mirada, justo transformado. En todo caso un objeto actuado, rítmicamente actuado.
La niña en su corral juega con los objetos que le dejó su madre mientras hace los deberes de la casa, en un momento la muñeca llama su atención, la levanta con sus manos y la mira, luego la arroja lejos de ella. Lo mirado le causa rechazo. De esta forma opera la visión, por una herida o rechazo al sentir que los objetos que miramos nos miran, pero desconocemos las palabras para nombrarlos. Este es un volver a la inocencia de los primeros días de la infancia, cuando para nosotros los objetos carecían de nombre porque carecíamos del habla.
Al poner la mirada en aquello que llamó nuestra atención por su forma, por su color, porque bien puede adaptarse a nuestras pequeñas manos, interactuamos con su forma, establecemos un diálogo de miradas. En la infancia, cuando miramos esperamos una respuesta, pero descubrimos con ira que los objetos guardan la condición de la mude. Y al volver a sentir la soledad de la cuna esperamos respuestas de aquello que nos mira, al sentir el peso del silencio entre lo mirado que nos mira y sentimos pavor y rechazo, lo expulsamos de nuestra atención -el campo visual. Pero lo ya mirado permanece en la memoria, se convierte en signos de la soledad y el silencio que cargamos en la imaginación.
6
“Ahí tenéis a Guerrero, a ese hombre que nos envidian las naciones más grandes de la tierra”, escribió el periodista Ignacio Manuel Altamirano cuando se enteró del fusilamiento del prócer en el exconvento dominico en Cuilapan, Oaxaca.
La historia del Ciervo de la Nación con Oaxaca resulta triste, terrible.
El 14 de febrero de 1831 en el puerto de Acapulco, Picaluga invitó a Guerrero a una comida en el bergantín El colombo, ahí fue hecho preso mientras la ligera embarcación desplegó velas con rumbo a Huatulco, playa de La Entrega -que lleva ese nombre porque sobre su arena dorada se concretó la miserable traición.
Los gobernantes lavan sus culpas con el acto inaugural de las calles, hospitales, escuelas, centros de la cultura, etc.
La inauguración de la obra pública funciona, para el poder, con el mecanismo que opera la desmemoria.
TY en Oaxaca, el gobierno local tiene su propia manera de matar sus vergonzosas pulgas. En el caso de el crimen donde perdió la vida Guerrero, fue tanta la culpa que le pusieron su nombre a la de la calle que desemboca en la esquina de palacio de gobierno (en el año de la traición y muerte de Vicente Guerrero, el gobernador del estado fue un tal José López Ortigoza, que ocupó el cargo del 22 de junio de 1830 al 29 de enero de 1833).
7
En la calle Guerrero los viejos muros de adobe cargan con la humedad que dejaron las lluvias de julio, mientras se les escucha respiran lento bajo el cielo del mediodía; mientras camino, siento que los antiguos revoques me miran, rejuvenecidos por las intervenciones de pintura callejera.
8
La imagen narra, nos cuenta historias -sus trazos están cargados de ira- sobre las piedras. En cada esquina, cada muro, gritan las historias a los ojos de los que miran.
En mi caminata busco imágenes para tomar fotografías, ¿qué busco? ¿Qué pretendo capturar con las fotos?
No lo sé, solo avanzo por una calle de Oaxaca.
9
Busco el relato.
El tono que me cuente historia del pasado, los periodos de terror que vivieron los habitantes de nuestra ciudad.
Dice Bourdieu: La fotografía es un sistema convencional que expresa el espacio, de acuerdo con las leyes de la perspectiva (de una perspectiva) y los volúmenes y colores que van del negro al blanco. Desde los inicios, la fotografía fue tomada como “realista” y “objetiva”, condiciones de sus usos sociales. Utiliza las apariencias de un lenguaje “sin código ni sintaxis”, de un “lenguaje natural” de las cosas. Las fotografías se hacen con la visión artística del periodo clásico (Pierre Francastel), “La visión de la cámara es la visión del Cíclope, no la del hombre”. La llamada “visión normal” es una visión seleccionada, que torna el mundo mucho más rico de lo que por ordinario consideramos -guiados por la idea de la belleza y la armonía, el decoro, gestado en Florencia durante el Renacimiento.
10
Lo sé bien.
Narra el transgresor, el delincuente. Los hijos, los primos, los sobrinos de Ortigoza testimoniaron en corte del listón inaugural de la calle que lucía en lo alto del muro una placa con estas letras: Calle de Vicente Guerrero.
Por un momento, mientras tomaba decenas de fotos en la calle, recordé el miedo a la delincuencia en que habitamos todos. Supuse que si alguien me viera tomando fotos sin permiso de los dueños de las casas, pensaría que soy un delincuente que trama el delito; de inmediato regresé la cámara a la mochila.
Quienes se ostentan hoy como propietarios de esas casas no son los verdaderos dueños, tomaron posesión del predio por ausencia, el olvido, la mala fe o corrupción de las autoridades luego de los tres grandes sismos.
11
Llegué al centro con el sentimiento de transgresión que palpita en mis labios, con la emoción que te dejan ciertos investigaciones y, también, debo reconocer, por ser testigo del delito.

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