César Rito Salinas
“Estamos así en el mundo del conflicto del lenguaje, que para mí es el mundo propio de la novela”.
Me agrada trabajar por la madrugada, cuando crece el silencio entre las sombras.
Carlos Fuentes habla en entrevista con Julio Ortega, en el volumen de conversaciones, encuentros, entrevistas con escritores latinoamericanos, publicado por Siglo XXI editores.
Para fuentes, la novela de Cervantes, el Quijote, es donde se imprime por vez primera la característica de la novela moderna, “… Quijote y Sancho no se entienden (…) , y estamos así en el mundo de la diversificación verbal, lo que es otro elemento fundamental de la novela, y de allí en adelante los hermanos Shandy no se van a entender y Jaques y su amo tampoco, como tampoco Emma Bovary con su marido ni Ana Karenina con el suyo. Estamos así en el mundo del conflicto del lenguaje, que para mí es el mundo propio de la novela.
Por la madrugada brota el espacio de las relecturas, cuando concluyen las prisas del día.
Bien.
Ya.
Se me antoja elaborar un repaso propio para la gente nacida en el siglo pasado.
Sí tenemos la teoría central de la novela que nos entrega generosamente Fuentes, y una pregunta: ¿por qué no existen en este tiempo destacados novelistas en lengua castellana? Tendríamos sólo a un puñado: Roberto Bolaño, César Aria, Alfredo Brayce Echenique, Jorge Edwars, Sergio Pitol, Luís Rafael Sánchez, Mario Vargas Llosa (discutible para algunos). Todos los del Boom, y para usted de contar.
Han pasado muchos años desde que los escritores españoles, en la década de los sesenta, le dieron carta de mayoría de edad a la prosa latinoamericana.
Pero después de ese gran momento estético–comercial que hizo posible que los estantes de las librerías del mundo se llenaran de autores latinoamericanos, nada más de significar aconteció.
Algunos de los autores jóvenes ganaron premios literarios importantes, auspiciados por editoriales que realizan comercio en todo el mundo.
Lo cual no es malo para la industria, pero perjudicial para los autores galardonados.
Habría que recordar que algunos de esos autores, terminaron dirigiendo televisoras culturales en sus países, viles burócratas.
Fuentes remata sus conceptos sobre: la ciudad es la protagonista de la novela moderna porque es el lugar del artificio, es el lugar antinatural donde el género de la novela, que es el género contra ala naturaleza, aunque tiene pactos, añadiría yo que son pactos morales, tiene que verse como un artificio.
Termino de leer a Carlos Fuentes y pienso y pienso en los muchachos que amorosa, cándidamente integran los talleres de literatura -aquí y en muchas partes del país.
Pobres, tan lejos de la teoría literaria y tan cerca de los voluntarismos tardíos, arden en la hoguera senil de los conquistadores modernos y sentimentales, los caciques de la cultura. (Por favor: que nadie hable mal de ellos en estas tierras, porque renuncian al destino que les marcó Dios. Vaya. )