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sábado, septiembre 7, 2024

Carta a Cielo y flor

Reportajes

Amada:

Esta carta resume el contenido de otras tantas que se fugaron en un poema o en una canción; porque caigo en la cuenta de que, desde la última estación de la lluvia hasta la que está por llegar, mi pulso sólo ha escrito de mil maneras tu nombre, para darle el significado preciso en cuanto a que eres el cielo aclamado por mi pecho, con el fervor de una ilusión que tañe en las frondas su canción de optimismo. Además, recuerdo, con entusiasmo legible en la claridad de un recuerdo todavía más lejano, esa vez que te vi e inicié un tiempo de asombro con el sueño que tejió el anhelo de tenerte conmigo, inspirándome y amándome. Me disculpo porque, con algún pretexto, yo iba a buscarte para embelesarme contigo para después forjar con ese embeleso la plenitud de un poema urdido con versos coloridos y entusiastas. He de decirte que pensé, no sin desánimo, que mi acometimiento iba a limitarse a eso, y que nunca vería estallar en mis manos el incendio floral que tu amor me provoca. Esto ¿quién me lo puede explicar? ¿tiene explicación el amor o es para siempre lo inexplicable? Cuando lo expreso estoy confesando una profesión de fe, un compromiso con el alma. El objeto de esta carta es que lo sepas, porque la vida es un evento sin pronóstico y quiero declarar que siento perfectamente circunscrito tu corazón al mío, el cristal de tu voz al entusiasmo de la mía cuando pronuncio tu nombre. Digo Cielo, y las nubes copan el cielo y derraman la lluvia; repito Cielo, y el mar se prodiga en olas de perfecta armonía. Como verás, no hay bruma en la ribera de mi afán por ti; te amo y es todo lo que quiero expresar en este momento, para cerrar los ojos y empezar a soñarte, para soñarte y empezar a vivir.

Fer Amaya

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