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lunes, marzo 10, 2025

Colonia San Juan. Dos relatos breves

Reportajes

César Rito Salinas

Una calle larga, sin nombre. Domicilio conocido, colonia San Juan, junto a Playa Abierta. Sol y viento. Existencia de sobra para perderse con los vagos de la esquina. Cuerpo dispuesto a la ingesta prolongada de alcohol y pendencias con pescadores que matan las horas y las olas crecidas de la veda del camarón.

Tiempo de sobra con los amigos para mirar con descaro el culo de las mujeres de la colonia que pasan en la calle junto a nosotros de vuelta del trabajo. Colonia San Juan, calle Hidalgo, caserío de pescadores que sólo buscan levantar patrimonio junto al panteón del puerto. Esquina de la tarde que mira las olas sin prisa, el rebotar del mar en su espuma sin tiempo; la arena infinita, una laguna infestada de zancudos y un bosque de pinos sombríos.
Basquiat

En mi calle un insurgente perro chihuahua, perro amarillo al fin, se pasea ufano y desafiante entre albañiles y ladrones, prostitutas y suicidas; bebedores consuetudinarios del de mezcal. Rayo de sol entre las patas. Samo entre nosotros. Grafitero de gran medida, pues. Perro. El perro anda a todo correr por la calle Presidente Juárez. Persigue motocicletas y triciclos que despegan hacia el cielo limpio de la mañana. Camarada de ebrios consuetudinarios y de pendencieros; lleva tratos con policías de tránsito y delincuentes. El perro chihuahua fue el regalo de una mujer enamorada del joven pintor del barrio. Para que no la olvidara durante las pacientes horas de su tenue creación. El joven, harto ya de telas y bastidores, no soportó un ladrido más de aquella línea de sol y lo echó a la calle. Perros amarillos los dos, solos. Por eso Basquiat anda entre nosotros, beligerante; es un perro callejero, mas no perro sin dueño. Los borrachos lo alimentan y es amigo de la Loca y Serás. Los perros que persiguen a la madrugada, incansables.

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