Como el obrero que baja a la mina

César Rito Salinas
Cinco,-siete-cinco. Las cuatro estaciones del año y tu sorpresa (Sí, habrá que acertar a tu sorpresa: cinco, siete, cinco. Será necesario convocar a la capacidad de asombro, que es algo no humano.).
La vida sobre un billete que nos llega desde el siglo XVII.
Tenemos amores cortesanos: cinco, siete, cinco. Lo centenario que anda sobre diecisiete sílabas. Todo el río, las sendas, el monte que anda sobre un montoncito de sílabas. Cinco, siete, cinco. Algo brinca dentro de la camisa tan ajustada. Lo apretado y verde en la quilla en las barcas parte las aguas. Una luz. La pala de las embarcaciones. Cinco, siete, cinco.
El trote de la aurora, ¿lo escuchas? Cinco, siete, cinco. Lo que miro y respiro. Cinco. Un surtidor inagotable que desliza imágenes por el ojo. Siete. Cauce de agua. La voz del viento en el monte. Cinco. Un tiempo circular que viste de rojo. Cinco, siete, cinco. Un círculo que avanza y se detiene. Cinco, siete, cinco.
Presencia horizontal. Cinco, siete, cinco. La bicicleta y la rueda. Lo que se mueve en horizontal y vertical. Una tarde de otoño que se revela por siempre. Los poemas deben crecer con oposición. La oposición fortalece el porvenir. Cada poema debe nacer con su oposición. La oposición mira el futuro sin despeinarse con el viento que corre. La oposición siempre vuelve a pelear por el presente. En la oposición anidan los proyectos que el hombre hace para esta vida. La oposición sabe esperar. Los opositores forman legión.