César Rito Salinas
En este momento en el país hay ocho mil ochocientas ochenta y ocho almas en busca del poema. No son muchas ni son pocas, son un montón. Son tiempos duros, hace falta vivir otra vida. Al mismo tiempo hay otras ocho mil ochocientas ochenta y ocho mentes que envidian con toda el alma la cifra de individuos que buscan escribir el poema. No son muchas ni son pocas, son las que son. A todo esto, llega puntual cada miércoles el camión de la basura. Hace sonar la campana que abre la puerta de todas las viviendas.
Como el león de ojos grandes
Que aguarda junto a la vereda
Confiado en el temor de los pastores.
La gente puede aprender a pelear con toda el alma por lo que verdaderamente desea.
Aguantar como centolla
que relumbra divinizada
entre la espuma blanca.
¿Por qué
los ingenieros civiles
no estudian poesía?
Todo gira hacia
el no me acuerdo
2008
final de la guerra
contra las drogas,
dijo la ONU.
Escucho el cristal de las copas,
relumbre de faldas.
Cambiar el epígrafe, D. H. Laurence por Malcom Lowry (el pornógrafo por el ebrio) como lo haría cualquier civil movido por el terror que lo asalta inusitadamente de regreso a casa.
En alguna parte de la escritura de las hojas
está el origen de las cosas.
