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jueves, septiembre 19, 2024

Con las palabras que nacen en el patio

Reportajes

César Rito Salinas
1
Esta tierra que ves, Facunda, vio pasar al tirano, a los camarógrafos franceses montados en el tren presidencial, la inauguración del puerto de Salina Cruz; por acá pasó el progreso, las vías que lamen con sarro el aire, fueron forjadas en Reino Unido, atravesaron el mar océano sobre navíos; la aldea que se levanta entre Salina Cruz y Tehuantepec lleva nombre inglés, Pearson; esta tierra que ves, Facunda, vio pasar la infancia de mis padres, la tristeza de mis hermanos, las grandes fiestas de la Asunción de María.
2
Cambiamos de domicilio. El puesto de ropa usada está a reventar. Mujeres, hombres compran ropa de muerto, de gente que ya pasó a otra vida. El viernes, como cada semana, llegan al parque los comerciantes con ropa de segunda mano; los jóvenes del pueblo, ansiosos de estar al último grito de la moda, asisten como clientes principales. La ropa viene de Los Ángeles, Texas, Nueva York, prendas para cada temporada. Al inicio, cuando recién aparecieron en el pueblo los comerciantes de ropa, la gente se ocultó para que los vecinos no pudieran reconocer su necesidad; ya nadie se esconde, somos los pobres que elegimos ropa a la luz de día.
3
Las palabras crecen en patio, cotidianas. En casa fuimos siete de familia, cinco hermanos, padre y madre. Padre marinero, madre indígena, levantamos un español de cabuyería, repleto de uniones imprevistas, opositoras. Pusimos las imágenes al servicio de las palabras, “perro muerto” decía madre a los amigos de mala influencia.
“Si vas a la calle cuida de no recoger perro muerto”,
a manera de bendición.
4
Nunca pregunté por el significado de las palabras, imagino que quería decir no “regreses podrido de borracho o cuida tu dinero”.
5
Madre decía no juegues agua, hablaba la lengua de uniones opositoras, el zapoteco. La palabra recupera lo no dicho, lo oculto u olvidado por la gente, lo que falta y regresa; aquel mar, mi mar, saltó como un tigre, un jaguar de la selva, bello y veloz; inesperado, rugiente. Hermoso aterrador como la mariposa en medio de la nada. ¿Puedo describir de lo no nombrado? De lo que vine a hablar aquí es de un mar mínimo, ágrafo, que no aparece en las literaturas.
6
El mar sin héroes, sin tiranos, poblado de olvido, mar mudo; imagina tú, Facunda, será tan grande la mudez de sus aguas, que carga por nombre estas palabras: Mar Muerto.
7
Sin saberlo de niño, al escuchar hablar a mi madre, inicié la traducción de una canción extranjera. Aquí vengo a decir sobre las aguas ocultas, el mar del Golfo de Tehuantepec. ¿Sabías que sus corrientes alimentan algas cianofíceas?, pequeños organismos fotosintéticos que se alimentan de la tristeza. ¿Qué forma tenía la Tierra que en su división primera hizo que surgiera el Istmo de Tehuantepec? Un tajo en el costado, una herida. ¿Quién puede navegar el Mar Muerto y regresar a contarlo? Atravesado por lágrimas nuestro mar habita el olvido, para dar cuerpo con palabras a ese mar escribo.

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