César Rito Salinas
Ella se llama Corazón Labios de Tequila.
Puedo asegurar que no era ebria. No bebe. Pero ama la sustancia que vuela sobre las aguas y enloquece.
Ella nació de una olla de tequila.
El alcohol resulta la refundación mítica de la sangre. Nos gobierna. Para comprobarlo, sobra con salir y ver en la calle la danza de los semáforos.
Oscilan como segunderos del reloj.
Marco, remarco, subrayo, insisto. ¿Ustedes saben la diferencia entre escribir con lápiz a hacerlo con pluma? No implica, como piensan algunos letrados, clase social alguna (en ambos casos escribir genera almorranas).
Con el lápiz uno pude escribir acostado. Con la pluma, al poner el instrumento de cabeza falla el corazón que impulsa la tinta a salir por el agujero del extremo.
La pluma exige cierta dirección, impulsa la escritura de arriba hacia abajo. Con el lápiz no ocurre eso, el grafito marca por igual parado que acostado.
¿Piensan ustedes que esta observación es inútil? No, no lo pienso así.
El cerebro está estructurado para realizar funciones de acuerdo con un orden preestablecido y a una posición sobre la tierra.
El cerebro trabaja a la manera de los astros.
Con la pluma, recostado, cruzadas las piernas a la altura de los tobillos, con la cabeza apoyada en la almohada, cuando falla la tinta te quedas a la mitad de la acción. Con la mano en alto como quien pide la palabra y se la niegan en la asamblea.
¿Saben lo que implica la interrupción?
Deshacer la posición en que se encuentra dispuesto el cerebro para hacer la escritura, esto es bajar una pierna de la otra, levantar la cabeza de la almohada. Incorporarte y agarrar la vertical que caracteriza al género humano.
Somos bípedos, desgraciadamente. A veces quisiera ser reptil y arrastrarme hasta tu pecho. Nadie espera hacer algo extraordinario en posición vertical. A mi me gusta agarrarme las pelotas cuando escribo. Hacer equilibrios entre mi mano, el lápiz y la libreta, mis huevos. Apretar mi cerebro hasta escuchar su crujido. Y entonces brota el chorro de la escritura constante con buen flujo de salida.
¿Por qué ha de obligarme la interrupción de la escritura a incorporarme?
Mi alma guarda registro del tiempo cuando se mecía en los árboles.
Con el lápiz todo ocurre, la escritura representa al mundo que existe aquí adentro y allá afuera.
Puedo establecer bloques, combinaciones de unidades de significados. Sonidos, movimiento, ritmos. Y lograr que ustedes vean, esto es me permite escribir acostado con lápiz acercarme a la cosa que quiero que ustedes vean a través de fragmentos que representan el todo.
Ella no bebe, no, pero ama esta escritura.