Por Rodrigo Islas Brito
Música sincopada que erosiona y conduce a un vals de fuego y danza en resistencia, a avestruces roqueras que se la pasan entre los aplausos, los filos y las palmadas, a fijaciones sincrónicas donde la tierra surge, busca y encuentra el corazón suficiente para ofrecer el disfrute y la circunspección del estallido de bailes palestinos, prohibidos por un estado asesino, cruel y sionista. Evelyn Méndez Maldonado, Cora Fave, Elaine Mayoral, Natalhi Vázquez y Ferchi Mora integran, revientan y contienen a CRISTA adonde agonizan las chicharras, combativo y muy divertido pastel dancístico y coreográfico, autoría de Escénica Contemporánea Laura Vera y demás artistas invitados
La bota aquí es utilizada como tambor sonoro. Aquí están los pies desnudos que buscan el sol. En el tacón preciado que eterniza el eco de los circuitos que se rompen, en la electricidad que vive, se pierde, se crucifica y despierta, en la selfie vacía, en la conjunción solitaria. No nos alcanzamos, no nos definimos, no nos encontramos.
Al son que nos toquen bailamos. Pero, ¿qué le pasó al son? Los ecos en la tierra se fueron. A ellos renunciamos. ¿Podremos volver a resurgir? ¿Volver a sentir?, ¿A mirar?, ¿A escuchar? ¿Nos arrastraremos siempre por el fango? ¿En cadenas de posee facebookero, instagramero y rumbero?
Toda la muy imaginativa puesta en escena estrenada el pasado 20 de diciembre en Estación Morelos y La Locomotora, foro escénico, parece querer avisarnos que algún día lograremos que las chicharras sigan cantando y alumbrando. Con la soga en alto, con los amarres que se arman en los diferentes laberintos por donde se puede jalar una cuerda. Tensarla. Enredarla en sus cuatro puntos cardinales, envolver al mundo con ella.
Entreguémonos otra vez al cosmos de lo indescifrable, formemos figuras con nuestros anhelos, volvamos a pisar la tierra, enterremos el lazo de la verdad. En CRISTA, los panderos resuenan desde el subsuelo, en coreografías palestinas contra el exterminio genocida y sionista que ha asesinado a 4O mil almas, con una impunidad que ni los nazis conocieron.
Los pasos de las bailarinas conducen a buscarle rumbo a la rebeldía, a ese incendio interno que nos grita que el mundo se está terminando de ir a la chingada, a esa fuerza para bailar durísimo ante lo inevitable. CRISTA es narración dancística en estado puro, aquelarre coreográfico, ganas de vivir todos los posibles estados de la resistencia.
