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jueves, noviembre 21, 2024

Décimas para los músicos de ardua labor

Reportajes

Que mi trabajo es ligero

a diferencia de otros;

decir el que doma potros, 

o el que emprende el tablajero.

Suponen que hasta el dinero

que un músico se percibe,

de muy fácil lo consigue

sin que le cause fatiga,

contarle a quien ya lo diga

pues que si, de  eso se vive.

Involucra el acarreo

de pesados monigotes

y fabulosos mitotes

por donde se oye el jaleo

que provoca ese meneo

con el que goza cualquiera,

al escuchar la primera

ejecución del timbal,

cada quien con cada cual

a su modo y su manera.

Considerar un ensayo

riguroso y obstinado,

que cada quien por su lado

va cediendo hasta el desmayo.

Y aquel que diga no le hallo

pues volverá a repetir

hasta lograr coincidir

esa parte que le toca,

y que a todos les provoca

el antojo de reír.

Y qué decir los desvelos,

y los viajes a porfía

por cualquier terracería

con la cal hasta en los pelos.

No debe causarles celos,

eso sí bien atendidos,

tal vez hasta redimidos,

por la guapa del condado

que con un pernil asado

nos deja a todos tupidos.

Pocas horas escenario

y muchas horas velorio,

tantas más como casorio

y runrún de vecindario.

Y para el gasto del diario

sonorizar la piñata,

la velada y la fogata,

el concilio y la ruptura,

y como gente madura

hasta el “cuerno” se contrata. 

Musicantes de ardua hora

aquí viene mi saludo,

que la huesos nunca pudo

someter perturbadora.

Con ustedes hay mejora

y hasta el modo se hace filia,

¡viva pues Santa Celia,

la vidente y la patrona!

pues sólo ella nos perdona,

pues sólo ella nos concilia.

Fer Amaya

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