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sábado, septiembre 21, 2024

Décimas para los músicos de ardua labor 

Reportajes

Que mi trabajo es ligero 

a diferencia de otros;

decir el que doma potros,  

o el que emprende el tablajero.

Suponen que hasta el dinero 

que un músico se percibe, 

de muy fácil lo consigue 

sin que le cause fatiga,

contarle a quien ya lo diga 

pues que si, de  eso se vive.

Involucra el acarreo 

de pesados monigotes 

y fabulosos mitotes 

por donde se oye el jaleo

que provoca ese meneo 

con el que goza cualquiera,

al escuchar la primera 

ejecución del timbal, 

cada quien con cada cual 

a su modo y su manera. 

Considerar un ensayo 

riguroso y obstinado, 

que cada quien por su lado 

va cediendo hasta el desmayo.

Y aquel que diga no le hallo 

pues volverá a repetir 

hasta lograr coincidir

esa parte que le toca,

y que a todos les provoca 

el antojo de reír. 

Y qué decir los desvelos, 

y los viajes a porfía 

por cualquier terracería 

con la cal hasta en los pelos.

No debe causarles celos, 

eso sí bien atendidos, 

tal vez hasta redimidos, 

por la guapa del condado 

que con un pernil asado 

nos deja a todos tupidos.

Pocas horas escenario 

y muchas horas velorio,

tantas más como casorio

y runrún de vecindario.

Y para el gasto del diario 

sonorizar la piñata,

la velada y la fogata,

el concilio y la ruptura,

y como gente madura 

hasta el “cuerno” se contrata.  

Musicantes de ardua hora 

aquí viene mi saludo,

que la huesos nunca pudo 

someter perturbadora.

Con ustedes hay mejora 

y hasta el modo se hace filia,

¡viva pues Santa Celia, 

la vidente y la patrona! 

pues sólo ella nos perdona,

pues sólo ella nos concilia. 

Fer Amaya 

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