12.9 C
Oaxaca City
viernes, noviembre 22, 2024

Domi

Reportajes

La seguía a todas partes. Si no hubiera sido por su pequeñez, alguien pudo haber aseverado que era como su sombra; porque además de ser totalmente negro, se movía con agilidad a su lado cuando ella iba de compras. 

Más, en ocasiones, tenía que permanecer en casa por los riesgos de la calle: otros perros mayores podrían lastimarle o algún carro atropellarle. Entonces yo era el encargado de evitar que saliera; pero, más de una vez, por su agilidad escapó de mi custodia, y se fue a seguirla en un acto que él consideraba su más alto compromiso y obligación. 

Así fue todo el tiempo; ella, laboriosa en sus deberes de amasar y hornear la pasta; él, como su sombra, no se les podía imaginar de otra manera.

Pero, otra vez el tiempo, esa marca inexorable e inevitable, hizo mella en el cuerpo de Domi y enfermó de gravedad ante nuestra azorada angustia. 

Permanecía en una caja de cartón bien acondicionada, y desde ahí buscaba a la Negra con una mirada profundamente triste y obvia; su alma purísima de perro lamentaba no poder cumplir a cabalidad sus menesteres de abnegado guardián; y aunque ella tratara de tranquilizarlo con palabras que intentaban ser persuasivas, Domi bajaba la testa y gruñía débilmente su impotencia.

Ahora les relato el día fatal: 

la Negra estaba concentrada en su quehacer cuando escuchó un ruido a sus espaldas en el sitio de Domi, era él que, en un supremo esfuerzo, tomó su posta para cumplir con sus deberes de guardián; La Negra fue a tomarlo entre sus manos y, con lágrimas en los ojos agradeció aquel noble gesto de bondadosa voluntad. 

Ahí expiró el grandioso Domi, cumpliendo quizá su último deseo, regalarnos una lección de irrefutable hidalguía. Por eso nunca lo olvidamos, y siempre es parte de nuestras remembranzas; porque, invariablemente, ahí permanece invicto un sitio al que él le dio la distinción suprema de la lealtad. 

Fer Amaya

- Advertisement -spot_img

Te recomendamos

- Advertisement -spot_img

Últimas noticias