César Rito Salinas
Debo dar gracias al autobús que nos llevó a la montaña, donde poseías habitación, gracias a los árboles, al frío, la niebla puesta sobre pinos con hojas lanceoladas, a la lluvia que nunca paró en septiembre, agradezco por siempre a la ropa mojada, la temblorosa piola del tendedero que, enamorada, juntó nuestras manos; gracias a la pila de agua que contuvo nuestros cuerpos entre suspiros -escuchó nuestros sueños-; al camino, la tierra roja, el polvo que acaricia con ligeras manos las casas de adobe; al silencio, al cerro, que nos enseñó decir que hay mañana.
Carta 3
Nunca pude entender
por qué la gente se acuesta
para escuchar
noticias.