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sábado, noviembre 23, 2024

Échale semilla a la maraca pa’que suene

Reportajes

César Rito Salinas
Me pidió un cigarro. Se lo di
Guillermo Cabrera Infante, Tres tristes tigres

Sonó la voz de Cheo Feliciano, “échale semilla a la maraca pa’que suene”.
La tarde del sábado, Día de los Santos reyes, trascurrió entre el silencio y el ruido del comercio y si consumo.
Hora de acercarse a las letras. ¿Qué problemas de o literario abordamos?
Los asuntos y la velocidad de proyección-
Habla, habla.
Estaba digo el canto de Feliciano y aquel concierto en África, de la Fania Al, Star, con Johny Pacheco en la dirección.
Y por asuntos del algoritmo apareció el grupo de locos vestidos con camisa manga larga abierta acompañados por Héctor Lavoe casi niño, adolescente, flaco de pantalones acampanados, “le dijo el sapo a la estaca/échale semilla a la maraca pa que suene”.
Que esa parte del albur Caribe no se difunde, se conoce, tal vez, el sentimiento de la magia negra, oricha.
Santero.
Pero la palabrería y su canto de doble sentido, a lo mexicano, nunca.
El sábado de reyes se dejó arrebatar una sonrisa, pendenciero.
¿Cómo así?
Hoy me siento bijn contento, de Puerto Rico traigo un desaire, traigo a Pacheco y a Willy Colón.
Y ya en el escenario estaba el infante terrible dem Lavoe, acompañado por la crema y nata caribe, “hasta el África lejana”.
Y yo lñe canto guajiro.
Guantanamera.
Hermosa linfa hechicera, es preciso cantar cuando siente el corazón/
La emoción que te vengo a declarar.
Y aahí estaba digo, el cámara men de impertinente como poeta o periodista metiche atravesado entre los músicos y el público.
En la conga Ray Barreto.
Y que Pacheco anuncia a Feliciano que se arranca con El Ratón y a la guitarra requinto Jorge Santana y que escucho y cuento para ustedes que ahí, en aquel concierto de música caribe encontré el tema, el procedimiento la metodología, digo, del problema de las letras, combinar, cruzar al sesgo.
A la mañera del camarita que hace el registro de las imágenes para la eternidad.
A la manera del cantante que se interpone entre los músicos y la música con su canción.
A la manera de periodista chismoso y metiche.
Entre el hecho y su desenlace.
Sin protagonismos.
Ni tardo ni perezoso agarro mi posición frente al trasto y escribo, metido en el ritmo salvaje de la guitarra Jorge Santana tras la conga.
Habla-habla.
Que si hablamos de la primera tradición del español en el continente hablamos del Caribe, el origen de las letras americanos.
Ahí nomás, tú no te comes el queso.
Chacucha-cuchacuchaé.
Que de esta y no de otra forma ha de salir la escritura, libre y juguetona, atada al primer origen negro, indio, caribe.
Entonces recordé El reino de este mundo, del maestro Alejo Carpentier.
A Cabrera Infante, que basó sus letras en el tono de las canciones populares.
A la manera de Tres tristes tigres.

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