15.9 C
Oaxaca City
viernes, noviembre 22, 2024

El callejón de las cruces

Reportajes

César Rito Salinas
Un resumen de esto sería bastante simple.
TERRY EAGLETON, Cómo leer un poema
El papel vuela cargado de palabras. Soy el brillo en la punta de la navaja, mi danza es muerte. Soy el aire frío que levanta bajo la ropa el pezón de la mujer, electricidad en el aire. Soy el piso con baba de borracho. Soy el borracho que discute con su sombra. Soy la sombra del borracho que se niega a caer, aferrado al muro. Soy el perro sin dueño que husmea en el callejón. Olor de orín seco soy. Soy la entrada caliente al callejón de las putas. Soy la mirada del ciego que pide limosna. Soy tu limosna solitaria en la escudilla del ciego. Soy tu moneda que desprecias, y la entregas al ciego.
La escudilla soy.
Soy el ciego que escucha tus pasos y tiende la mano. Soy la tarde en que el ciego se sienta en el callejón. Soy el zapato que nadie mira de la mujer que vende su cuerpo. Soy el padrote que mira por la ventana el trabajo de la mujer en el callejón. Soy el cigarro que espera cliente. Punta de tu lengua soy.
La pared de enfrente soy. Grafiti. Soy bote de cemento que canta. Soy el callejón con susurros entre obreros de la construcción. Marca del territorio soy. Ando en patines, dice. Cargo pistola, dice. Me llaman muerte, dice. Soy párpado de borracho que no duerme, labios resecos de borracho soy. Soy música de Rockola, soy el baile del simio. Yo bailo mambo. Yo apago la luz cuando todos se marchan. Yo rompo cervezas. Soy zapato de charol. Soy el gargajo que vuela entre colmillo. Cadena gruesa en tu pecho soy, bastón y sombrero ando. Sección de Nota Roja Soy, mi nombre aparecerá mañana soy.
Dos
Siempre necesitaremos del monstruo. Para educar, sancionar, poner el ejemplo; recuperar el orden perdido. La derrota ajena es la mejor escuela, la vergüenza; la seña funciona como detonante del mundo ejemplar; su silencio, su rostro enorme con su paso lento como una sentencia. Ese estar dentro del arrepentimiento. Dentro, fuera. El monstruo hace el cristal por donde miro. Y levantarse y seguir, siempre seguir para ejemplo de todos.
Tres
En la adolescencia entrenaba los diez kilómetros, al terminar pasaba a ver a mi novia (ella vivía junto al panteón del puerto, Colonia San Juan, Calle Hidalgo s/n), así las tardes de lunes a viernes, escuchar el viento que subía por mi cuerpo mientras corría transpirado, sentir mis brazos humedecidas empujar el vacío; cargar de aire los pulmones. El viento trae música que llena la sangre, al caer la noche llegaba a ver a mi amada, ella pegada al muro del panteón me abrazaba, sus labios abiertos sobre mis labios buscaban mi lengua hasta que subía la luna como mango de sazón, en la loma.
Cuatro
Morir por un amor resulta duro, significativo; morir de un no de amor resulta insobornable, infinito. El tipo viudo un poco despistado busca mujer -imagino pequeñas poblaciones a lo largo de la Costa Este, sus casas, la iglesia sola en la calle junto al río bajo un cielo de nubes y mariposas, a veces azul, a veces gris. Tres veces buscó mujer Poe; tres veces volvió por el camino del río con un no en los bolsillos. Murió ahogado de alcohol en una calle de Baltimore, el sitio indigno (1849). Muchos años después, nadie precisa si dieciséis o veintiséis, un tren descarriló, arrasó con su lápida casi terminada en el taller del cantero, la hizo polvo. Los bolsillos del muerto permanecieron con el puño de tierra, apenas algo más que aquel no que cargaba el hombre y su escritura junto al río, a la vuelta de la casa de su no prometida –los familiares olvidaron colocar la moneda en la frente, el metal que guía el camino de los muertos, hoy lo recordamos; el signo de negación no se corresponde con nada en el mundo real, dice Wittgenstein.
Cinco
Un acordeón blanco. La bestia que respira apretada contra mi pecho. Canta la torcaza al mediodía. Rebota la luz sobre piedras y espinos. El acordeón blanco respira sosegado. Escucha con claridad el río de sangre. Sé bien que el acordeón blanco acurrucado en mi pecho es un criminal que acecha. Por eso mis dedos lo acarician mañana y tarde. Para que se mantenga quieto lo alimento con mi corazón. Devora paciente pequeños cuadros de mi corazón. Es lo único que lo satisface. Como todo animal gusta que pase la punta de mis dedos entre sus costillas enormes.

- Advertisement -spot_img

Te recomendamos

- Advertisement -spot_img

Últimas noticias